De Guasones y Populismos. Crítica de Cine


Un “Guasón” Personal y Socialmente  Destructivo


Rolando J. Núñez H.


“Cuando quedas atrapado en la destrucción,
debes abrir una puerta a la creación”
(Anais Nin)

En fiestas infantiles y preescolares han exiliado, desde hace algún tiempo, a los payasos; el motivo es que los niños, o algunos niños, se asustan con ellos, lloran, se aterran, ya no quieren participar de la fiesta o actividad. Tradicionalmente hemos asociado esos rasgos extravagantes en un rostro con risas, alegría y felicidad pero nunca han faltado también las percepciones de miedo, terror o tristeza; la verdad, es bastante ambivalente la imagen del payaso en nuestras sociedades y cultura contemporánea, probablemente un reflejo del alma humana, del ser, hacer y sentir de los hombres y mujeres de carne hueso que nunca se acoplan a los modelos o ideales que nos enseñan en la escuela, en la casa o en los púlpitos religiosos o laicos. Así la imagen puede ir desde el inofensivo y divertido “Popy” hasta la del malévolo y aterrador personaje de la cuneta en “It”, de Stephen King.
El “Guasón” (o Joker, en inglés) personificado por Joaquin Phoenix, muestra magistralmente muchos de estos altibajos existenciales de los seres humanos. Con un pasado difícil, como el de la mayoría, aunque, en su caso, con pasajes extremos, Arthur Fleck (el protagonista) sueña con hacer reír a las personas y ser reconocido por el gran público y por las luminarias del espectáculo en Ciudad Gótica, pero se va a conseguir con los obstáculos y escollos, dentro y fuera de su hogar, con los que se topa todo el mundo. La manera como va a enfrentarse a estos escollos es lo que marca la diferencia. En el Guasón (2019) se nos presenta el dilema humano fundamental de cómo enfrentar la vida y sus retos: desde el resentimiento, odio y victimización o desde una visión de la vida y el mundo que construye, ama y madura constantemente.

Este guasón, sin proponérselo, al principio, y con toda la intención luego, se va a convertir en un símbolo, en un icono del descontento y malestar social de los pobres, de los excluidos y de los pisoteados del “sistema” que además de ignorar sus necesidades los criminaliza, siempre según la visión y representación de la película, que hiperboliza los dramas sociales y los sufrimientos colectivos. Es decir, un personaje que a partir de sus tropiezos, caídas y levantadas, todas ellas muy mal metabolizadas, se convierte en símbolo infeliz para los más desfavorecidos en un clima social y político deprimente, oscuro e incluso apocalíptico; así, el villano, el sociópata, deja de ser visto como tal y se convierte en el héroe – antihéroe al que se le perdona todo, se le justifica y luego se le sigue, como si de un mesías se tratara. Esto coloca las reivindicaciones sociales, las luchas políticas y las banderas ideológicas en el peor de los escenarios puesto que se pasa así a justificar lo injustificable, endiosar al criminal y echarse a los brazos del “todo vale” y la ley del más fuerte.
Al estar frente a la pantalla de cine y ver la máscara del Guasón no puede uno dejar de pensar en las figuras que en las últimas décadas han hecho sufrir a tantos y han torcido el rumbo sociedades, países y regiones enteras: Adolfo Hitler (no es gratuito que un genio como Chaplin lo satirizara en una inmortal película como El Gran Dictador), Muamar Gadafi (otro extravagante y cruel pervertidor de muchedumbres), Fidel Castro (taumaturgo de las reivindicaciones que nunca llegaron),  Hugo Chávez (en eterna relación amor – odio con su madre y en perenne verborrea demagógica que lo único que logró fue la destrucción de Venezuela, uno de los países con más riqueza y potencial en región), Donald Trump (con sus ambivalencias éticas y su afán mediático), entre otros.

Ninguna sociopatía, por severa que sea, justifica el crimen, el asesinato. Todo sociópata tiene siempre la opción de elegir entre el bien y el mal, no hay tara o trastorno mental que lo justifique, siempre podrá decidir hacer las cosas bien o mal; de manera que no lo podemos simplemente justificar con la manida frase de “es que él es loco” o “él es así”, nunca en sus opciones personales y menos aún en las que involucran a una o más personas, como es el caso de estas figuras que descollan por su carisma, liderazgo y, lastimosamente, por su decisión de llevar a millones a la pobreza, al conflicto, al sufrimiento y a la muerte.
No puede uno dejar de pensar tampoco en esa otra imagen del payaso que lo asocia a la figura de Cristo. Esa va en otro sentido y presenta la imagen del payaso como el que hace reír noche a noche al público aun cuando su procesión va por dentro; es decir, lleva felicidad a los demás sin que nadie se entera de sus propios sufrimientos y dolores. ¿Cuántas veces no hemos tenido que ir al trabajo o escuchar a los otros callando nuestros propios problemas y pesares? Es precisamente lo que Jesús predica en su doctrina cuando dice que "no hay amor más más grande que dar la vida por los amigos", ese morir no necesariamente tiene que ser literal (aunque también pudiera llegar a eso), es más bien una imagen literaria para decir que debemos estar dispuestos a ciertas renuncias por el amor que decimos tener a los demás, a lo que Cristo llama el "el prójimo", es decir, el "próximo", el que está a tu lado.
  Quizá la figura intermedia pudiera ser la del payaso Krosty de Los Simpson, que es un eterno atormentado, a pesar de sus millones, y que de vez en cuando exterioriza en público sus amarguras y frustraciones, pese a sus millones y éxito. Yo, la verdad, prefiero quedarme con la imagen del Cristo – Payaso, que es capaz de dar de sí a los demás, a pesar de los pesares.  


Comentarios

  1. Excelente...primero, detesto a los payasos porque de niña veía que para hacer reír cometían abusos y burlas a otras personas...segundo, los sociópatas son personas con un trastorno de personalidad y quienes deben reflexionar y tomar una decisión de seguirlos es cada persona...los ejemplos que utilizas son perfectos y reflejan lo que sucede hoy en Latinoamérica con sus líderes sociopatas que utilizan sus laboratorios de psicología y enrolan al ejército de resentidos en sus labores de destruccion social...ejemplo Venezuela ejemplo Chile y pare de contar, tercero, no me gustan los payasos ni siquiera el que lleva la procesión por dentro y en cuanto al famoso Joker tal vez un día aproveche el cable para verlo pero se que no me agradarà porque pienso que al final es una apología al mal...gracias Rolando me encantó tu escrito

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    1. Gracias a ti por tu comentario. Creo que es un tema sumamente interesante y que daría para mucho, que evidentemente no se agota en estas dos paginitas que yo perpetre (je, je) aquí. Un abrazo.

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  2. Excelente articulo! En Venezuela tenemos a muchos de estos malvados en el poder, pero que no se muestran como malos sino se disfrazan de buenos payasos, para luego dar la estocada.

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    1. Así es, Mariela; esa es una de las características que los define: fingir una empatía que no sienten ni de lejos. Gracias por la lectura y por el comentario.

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  3. Excelente reflexión más cuando se quiere vanagloriar a la imagen del sociopata por medio de risas, hay muchos payasos sin disfraces hoy en día por eso creo en mi intuición más que en la sonrisa del desconocido

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