Hermano Eliseo: Alegría de Enseñar


Hno. Eliseo Jiménez: Un Maestro por Esencia

Rolando J. Núñez H.

           
     
El Hno. Eliseo era de la vieja escuela y sin embargo se adaptaba bastante bien a los nuevos tiempos; a pesar de venir de una formación donde las cosas eran según una “disciplina de hierro” nunca le faltaba una sonrisa para alumnos y docentes, llevaba su segundo apellido, Alegría, en el rostro y en el corazón; se le podía ver por los pasillos del Colegio “San José” de Maracay, ataviado con su infaltable guayabera, de ida o de regreso del laboratorio de Química, donde pasó décadas dando clases a un sin número de generaciones y generaciones de chamos que, ya por placer, ya por deber, asistían a las meticulosamente preparadas prácticas de laboratorio o las explicaciones de “cadenas carbonadas” y elementos de la Tabla Periódica que el hermano tan bien manejaba. El Hermano supo descubrir, y vivir, como Marista, su vocación educativa y pastoral en la enseñanza de una de las llamadas “ciencias duras”, la química, pero supo además vivir, desde la sencillez, desde el silencio, el servicio a los demás, en una época en la cual muy pocos quieren saber nada de esta palabra, más bien, todos queremos que nos sirvan, aun cuando como docentes hemos elegido lo que se llama una “profesión de servicio”.
            Cuando conocí al Hermano tenía él unos 65 años y había pasado muchos años enseñando, como director o administrador, en diversos colegios maristas de Venezuela, a donde había llegado, proveniente de su natal España, en la década de los cincuenta, del siglo XX; aunque a los 65 años la gente, por lo general, está pensando en jubilarse, el Hno. Eliseo ni hablaba ni pensaba en eso, estuvo dentro de las aulas de clases hasta poco años antes de su fallecimiento.  

            Aparte de sus pulcras y bien preparadas clases el Hermano se dedicaba a la catequesis y a un Hobby por demás interesante que consistía en compilar y seleccionar textos, dichos, símiles, leyendas, parábolas, anécdotas y demás para luego publicarlas en textos artesanales elaborados por él mismo utilizando técnicas de encuadernación muy bien cuidadas; así, publicó varios tomos de una colección que tituló Rayos de Luz. Esta sencilla publicación luego la regalaba a los amigos, alumnos y docentes que encontraban en aquellos volúmenes motivos para aprender, reflexionar y compartir. Para mantener a raya la diabetes, caminaba todos los días por la Av. Las Delicias de Maracay. Siempre activo, siempre dinámico, siempre de espíritu joven.
            En varias ocasiones le manifesté al hermano mi deseo de hacerle una entrevista para que él, desde su experiencia como educador durante décadas en nuestro país, me hablara de la historia de la educación en Venezuela; siempre se negó porque quizá creyó que lo que yo quería era hurgar en su historia personal y eso a los religiosos, por lo general, no les apetece nada y esto porque sienten que hablar de sí mismos es faltar a la humildad evangélica, a la modestia, a ese renunciar a sí mismos, a “combatir el ego”.
            Me parece que la gran enseñanza que nos deja una vida dedicada por entero a la enseñanza, y que tiene además la fe como fin último, es que una biografía que consigue el sentido de su ser, su esencia, y lo vive a plenitud, es una vida que se realiza a cabalidad y que cuando llega ese momento de entregar cuentas no tiene problemas en darlas pues ha vivido según una vocación y según un proyecto de vida, que era lo que decía Martin Heidegger que define nuestra existencia, nuestra “Ser – Ahí, nuestro Da – Sein.
            El Hermano había nacido en Lazagurría (España) el 17 de junio de 1940 y murió en 11 de septiembre de 2019, en el colegio Champagnat de Caracas, donde también trabajó,  a los 84 años, de los cuales dedicó más de 60 a la enseñanza de niños y jóvenes. El Hno. Eliseo es otro de esos “maestros que dejan huella”.
  

Comentarios

  1. Es muy conmovedora esta historia y que bien usted la publica para conocer de ella! Los maestros que dejan huellas definitivamente, son aquellos actúan desde el amor. Gracias por compartir este hermoso relato :)

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    1. La historia de un país, la silente, la escriben personas como este maestro. Gracias por leer, Mariela!

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