Padre Calderón: Música, Matemáticas y armonías celestiales.
El Padre Calderón: Maestros que Dejan Huellas
Rolando J. Núñez
H.
“Ningún
hombre ha llegado a ser grande sin un toque de divina inspiración”
(Marco
Aurelio).
En Quinto Año fue nuestro Profesor Guía y le correspondía
a él, antes de la primera clase de la mañana, darnos los “Buenos Días”, una
tradición muy salesiana que consistía en reunirnos a las dos secciones de
Quinto y darnos una breve charla y luego cerrar con una pequeña oración; el
Padre Calderón siempre tenía una anécdota, una pequeña lectura, una buena
narración a flor de labios para dejarnos un mensaje, una idea que nos pudiera
acompañar durante el día. Todo esto sin ser regañón, sin ser sermonero; antes
bien, lo que uno más recuerda es esa afabilidad y esa amabilidad que, a mi
parecer, son fruto del espíritu y carisma salesiano conjugado con el talante y
carácter del Padre Calderón.
Para el filósofo presocrático Pitágoras el principio del
cosmos, de la vida, era, o es, por un lado los números, de ahí la importancia
de las matemáticas para el famoso artífice del teorema que nos enseñaban por
allá por Tercer Año de Bachillerato; el otro principio pitagórico esencial era
la música: la música tenía medidas matemáticas; las matemáticas tenían armonía musical,
pensaba Pitágoras de Samos. Pues bien, el Padre Calderón hizo de este credo pitagórico,
junto con su vocación sacerdotal y su carisma como salesiano, como hijo de Don
Bosco, el sentido y norte de su vida. Fue, desde su sencillez, un maestro de
música y matemáticas, consagrado en cuerpo y alma a la enseñanza y a quemar su
vida como cura salesiano; uno de esos sacerdotes, de esos profesores y de esos músicos
que si lo oyes cinco minutos aprendes tres o cuatro cosas que nunca en tu vida
habías oído.
A pesar de que yo fui siempre pésimo en matemáticas,
nunca dejé de reconocer que tuve el mejor profesor, en esa época, que podía
tener porque tampoco era de aquellos profesores que disfrutaba aplazando a los
estudiantes; siempre decía: “pero sí es muy fácil”; el problema era que ya
antes habíamos tenido, en nuestro andar como estudiantes, un montón de gente
que nos había convencido de que las matemáticas eran muy difíciles, y lo peor
es que nos habían convencido.
Años después de haberme graduado de bachiller, trabajé un
tiempo (más bien a Medio Tiempo), mientras hacía la universidad, allí en el
Liceo “San José” y eso me dio la oportunidad de compartir, otra vez, a mitad de
los pasillos, con el padre Calderón; siempre contaba alguna buena historia y a
veces le preguntaba: “Padre, qué libro es ese que está leyendo”, y entonces me
refería alguna parte del libro o me resumía el argumento. Recuerdo que una vez
lo vi leyendo un volumen de tapas negras que decía algo así como “Demonología”,
de Corrado Balducci y le pregunté: ¿Padre, qué libro es ese? Sobre el demonio y
los exorcismos, me respondió; si quieres te lo presto después que termine pero
eso sí me lo cuidas porque no es mío. Unos días después me lo trajo y leí lo
único que he visto sobre ese tema en toda mi vida. De modo que otra de las
facetas que recuerdo de este memorable maestro – que antes que a mí ya había
educado ya a varias generaciones – era su gusto por la lectura.
No lo sé con certeza pero cuando fui a estudiar al liceo San
José ya el padre Calderón llevaba muchos años allí; en nuestro imaginario
parecía que siempre había estado allí.
Una vez me dijo: yo
hice mi noviciado cuando se estaba construyendo el “Domingo Savio” (que estaba
justo al lado del liceo “San José” y que primero fue colegio y después fue la
sede del instituto de filosofía donde se formaban, y se forman, los salesianos);
ahora los
novicios tienen clases de todo tipo y trabajan un rato en la huerta,
pero nosotros lo que hacíamos era batir mezcla todo el día y la única clase que
teníamos era una charlita que nos daba el Maestro de Novicios y duraba media
hora. Y de paso éramos muy pobres y a veces pasábamos hambre y entonces había
un padre que estaba aquí en el Liceo y se metía unas arepas en los bolsillos de
la sotana y nos las llevaba.
Eran
otros tiempos pero maestros que dejan huellas ha habido siempre.
Hermano mío casi me haces llorar con esta semblanza... El Padre Calderón significó mucho en mí formación, recuerdo con cariño la paciencia que me tenía en las clases de música que me daba y lo excelente profesor que era. Para mí será un ejemplo de lo q significa ser buen docente y buen salesiano. No escribo más para no cansar pero seguro vamos en algún momento tener tiempo para recordar con muchas anécdotas a este gran hermano nuestro que seguro papá Dios tiene gozando de la dicha del deber bien cumplido. Un abrazo!
ResponderBorrarQué bueno que sea de tu agrado el texto, Víctor. Necesitamos hacer memoria de maestros como él en los tiempos que corren. Un abrazo!
BorrarHermoso texto! Hace pasear a uno como si hubiese vivido su historia... Además, puedo decir que es muy especial el hecho de dar a conocer a esos maestros que inspiran y que dejan huellas en nuestras vidas.
ResponderBorrarCierto, Mariela. Esos maestros que hemos tenido son testigos, son portaestandartes de la labor educativa que exige el país. Gracias por leer. Saludos!
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarMi maestro que me curó del miedo al piano, inoculándome una gran confianza en mí mismo y me dio arrestos ara seguir más adelante estudios formales de música en la Escuela "Lamas". Le gustaban las bromas pesadas en carnaval, como sacar un ladrillo de un campo electrificado, y esto muerto de risa. También en el coro del colegio, entonces de puros varones, especialmente recuedo "Por darle gloria a Guzmán".
ResponderBorrarMi Profesor de Matematica 3ro. 4to y 5to año hasta el 86, tremendo profesor todavia a esta edad recuerdo trigonometria como si fuera ayer
ResponderBorrarExcelente persona, me fue fatal con el en matemáticas pero lo cortes no quita lo valiente , siempre lo admire como profesor aunque me fue fatal en su materia , con el tiempo lo aprecie mucho al punto que cuando me case por la iglesia fue en el Liceo San José en ka capilla pequeña y mientras el tocaba el órgano y amenazaba la misa el padre Stocco me caso , dos grandes personajes que siempre recordaré con mucho cariño y respeto.
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