Kafka: Una Biografía
El Enigma
Kafka
Rolando J. Núñez
H.
“En
realidad,
sólo
se llega al goce estético del ser por medio de una experiencia moral y sin
orgullo”
(Franz
Kafka, p. 141)
La figura literaria, y filosófica, de Franz Kafka (1883 –
1924) ondea, pulula y se cuela por los intersticios de las lecturas y autores contemporáneos
que hemos hecho y frecuentado, que nos han tocado o se nos han cruzado en el
camino. Pareciera que el creador de Gregorio Samsa está incluso sin estar, se
hace presente lo hayamos leído o no. Diera la impresión de que el siglo XX, y lo
que va del XXI, son bastante kafkianos. Así, este es un autor que muchos citan
y no sabemos cuántos han leído realmente, pero él sigue allí, en novelas,
poemas, películas, ensayos, frases hechas y poses intelectuales o
pseudointelectuales.
En el libro Kafka (2002),
de la colección Grandes Biografías, de EDIMAT LIBROS, conseguimos algunos de
esos rasgos, matices y características que delinearon y perfilaron la figura y
obra de este controversial y manoseado autor. Tratemos de recoger en las líneas
que siguen algunas de esas ideas que, como lector, he ido rumiando al transitar
las páginas del volumen mencionado.
Una de las primeras ideas que aparecen en el libro es la
de que la vida y obra de Kafka están fuertemente marcadas por su ser judío, por
tener el alemán como lengua materna y por las raíces checas que le vienen de su
padre. Eso va a aparecer en sus dubitaciones, en sus angustias existenciales y
en sus narraciones; en este momento pienso en el cuento “Investigaciones de un
perro”, que para muchos críticos es el símbolo que identifica a los judíos en
esa azarosa y difícil historia de esta nación errante, o por lo menos en el
imaginario de sus perseguidores. En esa tricotomía se va a mover el escritor a
lo largo de toda su existencia; nunca fue un devoto de su fe y sin embargo el
tema judío siempre lo acompañó.
La otra marca existencial en Kafka fue la presencia
agobiante y tiránica de su padre. Siempre fue una sombra, unas manos fuertes,
poderosas, que le asfixiaban pero que, al mismo tiempo, no podía sacar de su
vida. Esto aparece en muchas de sus narraciones pero está claramente expuesto
en su breve texto, no ficcional, titulado Carta
al Padre, escrito en noviembre de 1919.
Los
biógrafos lo describen como un hombre silencioso, introvertido; cuando
observamos la imagen que ilustra este volumen biográfico vemos un personaje con
cara de niño serio y retraído, casi como asustado, que transparenta sus angustias
y temores. Quienes lo conocieron dan cuenta de una persona con alto sentido de
la responsabilidad, que busca la soledad aunque tiene sus momentos de
socializar y estrechar lazos, siempre vinculados a lo literario, eso sí, pero
que por momentos, unos más prolongados que otros, huye del mundanal ruido para
refugiarse en sus batallas espirituales. “Kafka aspiraba una vida serena, pura
y perfecta, casi cabría decir santa” (p. 50). Personalidad bondadosa pero
torturada. Es un hombre que se debate entre lo público y el atrincherarse en lo
privado en una perenne añoranza de la soledad que va a esculpir magistralmente
en el simbolismo que colorea (o decolora) su literatura; uno de los “temas fuertes”
de La Metamorfosis (o La
Transformación, como han insistido algunos críticos y autores que se
debería traducir su obra más conocida)
va a ser, de hecho, la soledad y la inutilidad del individuo. En este mismo orden de ideas nos conseguimos
conque sus relaciones afectivas se caracterizaron por ser sumamente
tormentosas, por lo que el escritor hubo de comprometerse cinco veces en
matrimonio sin llegar a consumar ninguno de esos votos; cuatro fueron las
mujeres con las que tuvo relaciones amorosas y solo con la última tuvo el tan
anhelado sosiego. Estos altibajos afectivos lo acompañaron en la disyuntiva
entre publicar y no hacerlo. Así, el conflicto con el mundo exterior fue
constante en la breve e intensa vida de Kafka.
Quizá fue la búsqueda de paz, de tranquilidad lo que en
algunos momentos llevó al autor a buscar, en la fantasía y en esporádicos escapes
reales, en el trabajo manual, en la jardinería, en la carpintería; uno de sus
grandes anhelos fue siempre marcharse al Israel a trabajar la agricultura, la
madera.
Descubrimos también que el haber sido funcionario puso a
Franz en contacto con la maquinaria burocrática y atosigante de las oficinas,
juzgados y protocolos infinitos. Muchas de sus obras (El Proceso, El Castillo, El Nuevo Abogado, etc) se inspiran en este
mundo paralelo tan familiar pero tan despreciado para Kafka; el conocimiento
que llegó a tener de él le permitió plasmarlo en su obra y hacer crítica social
aunque nunca haya participado en política o en movimientos que pugnaran por
cambios sociales aunque sí se sabe que simpatizó con los anarquistas de su
ciudad e incluso participaba, por lo menos en una época, en sus reuniones. Extraído
de los recuerdos de Gustav Janouch, en sus Conversaciones
con Kafka (1951) podemos leer, citado en el libro aquí reseñado: “Nada hay
más hermoso que un oficio propio, palpable, de utilidad general. Además de la
carpintería, ya me he ocupado de jardinería y he trabajado en una granja. Todo esto
me resultaba mucho más hermoso y de un precio mucho mayor que el duro trabajo
en el ministerio” (p. 139).
Llama la atención el que aunque Franz Kafka no se metiera
en política sus obras hayan sido perseguidas y proscritas tanto por nazis como
por los comunistas soviéticos que vinieron luego a la antigua Checoslovaquia;
tenía razón esa otra esplendida judía, que fue Hannah Arendt, cuando meditada
en torno a que, sean de izquierda o de derecha, todos los totalitarismos son
igual de terribles y deshumanizantes; basta ver de lo que son capaces las izquierdas
cuando llegan al poder; ahí tenemos, por ejemplo, los desmanes de Hugo Chávez,
Maduro, y su banda, en lo que va quedando de Venezuela. De lo que se trata,
para ellos, es de perseguir todo lo que suene a disidencia, a pensamiento
distinto, venga de donde venga.
En lo que respecta
a su modo de escribir, el biógrafo nos señala la precisión y el detalle que
pone el foco sobre la realidad. Aquí se nos cita a Thomas Mann cuando dice de
Kafka: “La nostalgia de este soñador no iba dirigida a la flor azul que se abre
en algún lugar del reino místico, sino a las ‘delicias de la trivialidad’” (p.
148). En el texto se maneja la idea de que Kafka escribe la “novela objetiva”
antes de que se llamara así.
Una aseveración con la que no nos queda sino coincidir
totalmente con el autor es aquella en la que sostiene que “La animalidad
obsesiona a Kafka, constituyendo el símbolo de una criatura falsificada por su
aspecto externo” (p. 115). Y es que en un alto porcentaje de sus relatos,
cortos o no, son los animales los protagonistas aunque casi siempre están
revestidos de rasgos y actitudes humanas; basta pensar en el escarabajo – ciempiés
en el que se transforma Gregorio Samsa, o en el perro que se dedica a hacer investigaciones
más propias de humanos, entre otros muchos de los ejemplos que pudiésemos poner.
La centralidad de los animales en los relatos kafkianos nos lleva a la sátira,
a la alegoría filosófica y muchas veces ácida, a la “animalización” (en lugar
de la “humanización”) de dramas, actitudes y angustias humanas, al símbolo de
lo que goza, sufre y crea el hombre. Esto evidentemente nos permite acceder al
redescubrimiento, en el escritor hebreo, de lo ambiguo, lo enigmático.
En la medida que avanzamos por las páginas de este texto
biográfico nos vemos confrontados, y al mismo tiempo ilustrados, con la visión
que de la obra de Kafka tienen escritores contemporáneos como Albert Camus,
Jean – Paul Sartre, Thomas Mann o Max Brod. Los juicios de estos escritores nos
amplían la cosmovisión de un autor como Kafka que descolla por lo críptico que
por momentos puede llegar a ser; ninguna perspectiva es determinante, son
aproximaciones, modos de ver, por tanto complementarios unos de otros y nunca
sentencias absolutas.
Excelente, como dicen los italianos «squisito»
ResponderBorrarGracias! Saludos!
BorrarEs todo un lujo su texto! El detalle muy bien cuidado, es lo que a mí parecer, le da ese toque especial. Muy interesante, el escudriñar a través de la biografía los matices de la personalidad de Kafka.
ResponderBorrarGracias por tu comentario y atenta, lectura, Mariela. Kafka, y su obra, en una rica mina, con muchas vetas, que descubrir. Saludos!
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