Universidad: ¿Política o Academia?
Academia o Política: ¿Un falso dilema?
Rolando J. Núñez
H.
“El
negocio de los hombres en las situaciones de tiranía,
de
opresión, es, efectivamente, volverse revolucionario, porque no hay otra cosa
que hacer”
(Gilles
Deleuze, L’Abécédaire, “I como Izquierda).
Poder
elegir y darse sus propias autoridades ha sido uno de los logros, y de los
valores, obtenidos por la universidad venezolana a lo largo de su historia contemporánea,
la que se forjó desde la llamada Generación de 1928 para acá. Así mismo, uno de
los grandes crímenes del chavismo en el poder, ha sido, y así quedará
registrado para la historia, el de buscar destruir, a pulso, de manera
premeditada y alevosa, esa expresión de democracia y de autonomía
universitaria. En ese sentido nadie discute lo valioso que es para el mundo
universitario esa dinámica política que permite renovar autoridades, remozar
líneas gerenciales y dinamizar procesos y mecanismos de toma de decisiones. Por
otra parte, pero muy ligado a lo anterior, nadie puede olvidar que la
naturaleza de una universidad es formar profesionales, producir conocimiento,
generar teoría y debatir problemáticas y dilemas que nos aquejan como sociedad,
como comunidad y como sujetos. Quien pierde la perspectiva de este tándem “academia
y política” desfigura, desnaturaliza el sentido de lo que es una universidad.
Así,
la universidad nos prepara, nos forma para la "polis", es decir, para la ciudad,
para vivir en sociedad; pero, al mismo tiempo, para que la universidad pueda
seguir siendo la “universitas studiorum”, esto es, el universo que reúne a
todos los que de alguna manera tienen que ver con el estudio, con el
conocimiento, y con la producción del mismo, dentro de la propia universidad
debe darse una dinámica política en cuanto organizadora de la vida del campus, de sus relaciones, de su manera de organizarse y generar conocimiento.
Por
eso, hace unos años, cuando un miembro de la comunidad académica a la que
pertenezco me dijo, de manera muy ligera (y desde su "rol" de operador político), que vivíamos tiempos en los cuales lo
académico no podía estar por encima de lo político, quedé con un muy mal sabor
de boca puesto que evidentemente lo político no puede estar por debajo de lo
académico pero tampoco por encima porque ya desde Aristóteles sabemos que el
conocimiento es político pero no en el sentido partidista o ideológico (que era
como lo entendía esta persona) sino en el que hemos mencionado antes, es decir,
el conocimiento es político en el sentido de que se produce en una determinada “polis”,
en un contexto concreto, en una ciudad, o sociedad, con nombre e historia y, en
ese orden de ideas, el conocimiento no puede ser un abstracto, un absoluto sin
vinculación con esa realidad que lo ha producido. El deterioro de la sociedad
venezolana, y sus instituciones, que catalizó el chavismo en el poder, tiene
mucho que ver con estas visiones sesgadas y miopes de lo que es la universidad,
de lo que es el conocimiento y de lo que es la educación de un país. Ciertamente
el talante, la naturaleza perversa de la ideología chavista precipitó la
coyuntura nacional por un abismo que no era necesariamente la única vía, pero,
precisamente, una ideología tan corrosiva como la chavista llegó al poder
porque en la sociedad venezolana se fue instalando una visión de la vida y de
lo público muy desvirtuada, muy pobre. Como un cáncer que hace metástasis,
muchos dirigentes estudiantiles se formaron (o deformaron) bajo el influjo del
clientelismo político y del cálculo de la cuota de poder que podían obtener;
muchos de esos “dirigentes” luego pasaron a formar parte de la plantilla
profesoral de las universidades y los vicios e irregularidades se fueron
convirtiendo en parte de la cotidianidad y el resultado de todo esto vino a ser
la normalización del vasallaje de lo académico por parte de lo político –
partidista. Esto creó el caldo de cultivo para que el chavismo pescara en río
revuelto y tuviera la mesa servida para consumar su plan de destruir las
universidades y arrasar con todo lo que pudiera parecer educación de calidad y
excelencia académica. Nadie puede negar tampoco la permanencia de un grupo de
universitarios que, incluso en tiempos de chavismo, ha permanecido fiel a su
lucha por una universidad de altura, pero la dura realidad, con el paso de los
años, no ha hecho sino acorralar más y más a esta minoría que ha creído y cree en una academia al margen de lo ideológico y de las luchas de poder de los grupos
de interés.
¿Qué
genera este estado de cosas? Una universidad destruida, asolada y grupos, como
los antes mencionados, que rapiñan lo poco que queda en pie o gente que al ver disminuido el "negocio universitario" simplemente abandona el barco y se olvida de sus supuestos ideales y convicciones académicas e intelectuales. Así mismo, ese
deterioro académico, que le abrió camino al populismo de Chávez, sentó las
bases de un clima universitario muy superficial y muy mediocre que toca incluso
a aquellos que forcejean por desmarcarse de la piratería, de la apariencia
académica, por mantener la mística y la labor docente, investigativa y de
extensión. Evidentemente, y en honor a la verdad, nadie niega el esfuerzo de
aquellas instituciones, y minorías, que han pugnado por mantenerse fieles a su misión y
leales a su razón de ser pero, lastimosamente, estas no son las que han
prevalecido y, con el paso de los años, han ido sucumbiendo a los embates de la
asfixia que aplica el régimen chavomadurista así como a las chapuzas de los enemigos internos
que, aun diciéndose “opositores” al régimen, actúan como los mejores discípulos
de los bárbaros rojos.
El
poco rigor académico ha conducido entonces a que oigamos incluso a docentes que
consideramos serios, estudiosos y talentosos, diciendo que la verdad histórica no existe y
que los historiadores están entrampados en el asunto de los “hechos”, despachando así un tema tan delicado como el trabajo investigativo del
historiador; o alguien más que dice que los culpables de que niños y jóvenes no
lean son los profesores de lengua y literatura por enseñar algunas nociones de análisis
literario. Es decir, el sometimiento de lo académico a lo mal llamado “político”,
ya desde antes de la aparición de Chávez, pero especialmente en tiempos de “revolución
chavista”, nos ha legado el vaciamiento de significado de lo que puede ser un
título académico, la profesionalización, el estudio, el conocimiento y los
méritos que, a fin de cuentas, son los aspectos que hacen prosperar a una
sociedad. El chavismo en el poder vino a prostituir lo académico, convirtió la
lucha social en una excusa, un panfleto para destruir el país, privatizar lo público
y convertirlo en su “conuco” pero, en
buena medida, ya la mesa estaba servida y mientras no entendamos esto va a ser
muy difícil remontar la cuesta, enrumbar los destinos del país.
Magistralmente dicho y escrito. Una verdad, un sentir. Lastimosamente una cotidianidad académica que asfixia y frustra, que corroe y vulnera. Sin embargo, la lucha debe continuar.
ResponderBorrarAsí es, rescatar la academia, la búsqueda del conocimiento, el saber cono centro de la universidad debe seguir siendo nuestro norte. Gracias por leer, Anaid.
BorrarEs un tema realmente complejo, pero usted muy bien lo ha descrito! El afán que tienen los que hoy destruyen al país por hacer desaparecer la universidad no tiene medidas. Solo queda ser constantes, prepararse, estudiar y no quedar en silencio ante cualquier tipo de injusticia. Gracias por expresar con este escrito el silencio de muchos.
ResponderBorrarAsí es. Lo poco que podamos hacer cada día será de gran valor en la tarea por mantener y restituir la academia, la educación y la calidad escolar. Gracias, Mariela.
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