Escritura y Formación Docente


¿Cómo escriben nuestros futuros docentes?

Rolando J. Núnez H.


“Si no lees, no sabes escribir, y si no sabes escribir, no sabes pensar”
(Alejandro Martínez Gallardo)


           
Aunque vivimos atados a las redes sociales y los medios digitales, en donde se supone que se escribe (y se lee) mucho, somos una sociedad ágrafa; por paradójico que parezca en nuestros días se escribe muy poco, por no decir nada; eso, si hablamos de la población en general es ya un problema pues se supone que el hombre, el ser humano, entra en la historia cuando descubre y ejercita la escritura; el advenimiento de esta divide el andar humano en “pre historia” e “historia”. Pero, ¿qué decir de las habilidades escriturales de nuestros maestros, de los docentes en ejercicio o en formación? ¿Es o no es relevante que nuestros maestros escriban o no lo hagan nunca? ¿Qué estamos entendiendo aquí por escribir?
            Partamos de la premisa de que “escribir” es el acto humano a través del cual expresamos en signos gráficos, dentro de un determinado idioma o lengua, nuestras ideas, percepciones, creencias o visiones de mundo. Es decir, el “saber escribir” no puede limitarse a copiar o repetir letras, palabras, frases y oraciones, va mucho más allá: escribir significa expresar, comunicar nuestro mundo interior de manera tal que los demás me puedan comprender. En ese sentido, un buen maestro no puede limitarse a la pura oralidad para enseñar, debe poder comunicarse con sus estudiantes, pares y comunidad de manera fluida y efectiva a través del acto de la escritura y enseñar, además, tiene que enseñar a sus estudiantes a dialogar con el mundo a través de ese medio. Lo que investigaciones, intuición y cotidianidad nos revelan es que no es eso lo que ocurre: nuestros docentes no escriben o lo hacen solo si no queda otra alternativa. ¿A qué se debe esto? ¿Preparan las universidades para que el futuro docente egrese con las competencias necesarias para que se exprese por escrito?
            Para tratar de responder a esto acudo a la fenomenología de la vivencia que cotidianamente tengo como profesor del Área Socio filosófica en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL); una vez elaborada esa fenomenología haremos la hermenéutica que corresponde para no quedarnos en la pura descripción o no rebotar en la inmanencia de la conciencia. Diez jóvenes, de veinte que han comenzado el curso (“Pensamiento Filosófico y Pedagógico”, ofrecido en el segundo semestre), escriben un ensayo basado en varias sesiones de trabajo previas en las cuales nos hemos dedicado a comentar, discutir e interpretar los primeros capítulos del libro Las Preguntas de la Vida del filósofo español Fernando Savater. Cada capítulo es leído previamente a la clase, en forma individual, y en la clase se genera la discusión a partir de las intervenciones de los estudiantes y la moderación – clase del profesor de la asignatura, que en este caso soy yo - . También, previamente se le ha dado a los estudiantes una serie de pautas y orientaciones para realizar el ensayo.

            Los estudiantes realizan el ensayo en el aula y tienen la libertad de sacar “apuntes” (los que se toman la molestia de hacerlos a lo largo de las clases previamente vistas), tabletas y celulares donde llevan el texto mencionado arriba. Es decir, no es una prueba de conocimiento, es una evaluación donde el participante del curso debe plantear su visión del tema dado; en este caso se le ha presentado una cita en los siguientes términos:
Elabore su ensayo interpretando el siguiente pensamiento: “El secreto de la libertad radica en educar a las personas mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlos ignorantes” (Robespierre).
Indicaciones: 1) debe hacer referencia en su ensayo a los temas, discusiones y comentarios hechos en clase y b) tener presentes las pautas y orientaciones para elaborar ensayos.
            Hay que puntualizar también que a lo largo de las distintas sesiones de trabajo, la dinámica de clase no se ha limitado a “dar una lección” sobre lo que dice el autor en los distintos capítulos de su libro sino que el desarrollo de la actividad enfatiza en la lectura crítica del texto, por parte del estudiante y del docente, pero además se insiste en contrastar las ideas del texto, y de los distintos autores (o corrientes filosófico-pedagógicas) que se van exponiendo, con la realidad socio política que vivimos los que allí estamos; de modo que no se pretende un estudio pasivo (ni puramente abstracto) sino más bien un triángulo en donde está el texto, el estudiante y la realidad.
            Pues bien, de esta dinámica de clase y de estudio proviene el contenido y el proceso a evaluar, y plasmar, en ese ensayo. ¿Cuáles son los resultados de esa evaluación?  
            La investigación cualitativa se sostiene sobre una teoría del conocimiento la cual propone que es más importante el “significado” que el “dato”; es decir, no necesitamos tener los resultados de los ensayos de “todos” los estudiantes venezolanos para saber cuáles son las habilidades escriturales de la población que estudia educación en Venezuela, porque no se trata de números, de estadísticas sin más, se trata de los significados sociales y culturales que están en estos diez jóvenes que han participado de la evaluación. En ese sentido, asumimos el criterio metodológico de que en lo individual conseguimos lo social, lo cultural e incluso lo epistemológico. El científico social Franco Ferrarotti (1926 - ) habla de contracción de lo nomotético en lo ideográfico; lo social subsumido en lo individual.  En este orden de ideas, asumo como premisa metodológica lo dicho por Kahlil Gibran (1883 – 1931): “He conocido el mar meditando en una gota de rocío”.  No obstante, hay que repetirlo hasta la saciedad: no estamos hablando aquí de maniqueísmos ni radicalismos que pretenden decretar la muerte de lo cuantitativo y el triunfo inexorable de lo cualitativo, no se trata de eso; se trata de comprender que ambas, la investigación cualitativa y la cuantitativa son dos formas válidas de conocer y que incluso, los que asumimos lo cualitativo como forma de investigar, podemos acudir a los números, a los datos y a las estadísticas para auxiliar nuestros procedimientos y resultados; no se trata de un hibrido, no estamos hablando de eclecticismos complacientes o diplomáticos, estamos hablando de diálogo entre paradigmas y producción de conocimiento transdisciplinar.

Así, podemos descubrir en los ensayos los siguientes rasgos tendenciales: a) uso inadecuado de las mayúsculas; la gran mayoría, por no decir todos, tiene serios problemas de ortografía, uso de los signos de puntuación; b) aunque no es un caso muy frecuente, consigo algunos textos donde se omiten las “eses finales”. Esto desde el punto de vista formal, en lo que se refiere a esas normas de ortografía que se supone hemos debido aprender desde los primeros grados de la educación primaria oficial. Luego, en un segundo momento, podemos decir que, y también en el rango de las formas (tan necesarias para poder comunicarnos e interactuar socialmente) hay una serie de pautas que se han dado previamente, y por escrito, que los estudiantes han obviado, sino todos, la gran mayoría de ellos en sus escritos, a saber: 1) se les ha indicado que coloquen un título “original” a su ensayo, que exprese lo que está en el contenido de su texto; pues bien, de diez solo tres estudiantes han colocado ese título; 2) tampoco, en la gran mayoría de los casos, han colocado el encabezado con unos datos mínimos de la institución que se les ha pedido que coloquen y 3) la gran mayoría de ellos ha dejado de lado el criterio pautado que le pedía hacer referencia a los temas, ideas y comentarios hechos en clase y en los pocos casos en los que lo han hecho esas referencias han sido vagas y escasas.  
Desde el punto de vista estrictamente cualitativo, los muchachos demuestran esfuerzo y potencial para la reflexión, para la interpretación. Solo unos pocos se limitan a copiar. Evidentemente, en sus escritos reflejan la pobre formación que les ha dado el bachillerato para la argumentación, para desarrollar ideas, contrastar planteamientos y profundizar en la comprensión. Hay que decir que si en algo se ha insistido en lo que va de curso ha sido en el usar las herramientas y conocimientos que hemos sopesado en los autores revisados para contrastar y reflexionar acerca de la realidad sociopolítica y económica en la cual estamos inmersos; varios de ellos rápidamente captan la sugerencia del docente al ponerlos a trabajar con la cita de Robespierre y enrumban su ensayo por ahí, aunque se nota la dificultad para sustentar los planteamientos; no obstante, hay un grupo más pequeño que tiende a divagar, es errático y uno aún menor que se limita a copiar pues pareciera que no ha logrado captar el sentido del ejercicio que se la ha propuesto.
Ahora, ¿de dónde viene esta carencia, esta dificultad para la argumentación, para la profundización en la reflexión? Ya en los años 50’, del siglo XX, Ángel Rosemblat, en su libro Problemas de la Educación en Venezuela daba cuenta de las profundas y abundantes fallas que detectaba desde el punto de vista escritural, en la comprensión y en la expresión escrita en general, en bachilleres que se postulaban para estudiar carreras como ingeniería y medicina en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Esto llama la atención pues fue precisamente en esas décadas que van de 1950 a 1980 en donde se supone que la educación venezolana adquirió altos niveles de calidad, en instituciones públicas y privadas; allí hay una situación dilemática que habría que estudiar mejor en una ulterior investigación. Se asume también que hacia finales de los setenta y principios de los ochenta el sistema educativo venezolano sufrió un descenso en su calidad, bajón que no se detuvo en las dos décadas siguientes. Con la llegada del chavismo al poder, a partir de 1999, esos vacíos cualitativos no hicieron más que agravarse pues el socialismo del siglo XXI no hizo más que acelerar y extremar ese proceso de deterioro educativo en el país, hasta el punto que la deserción escolar ha cobrado visos de estampida pues ya no solo desertan los estudiantes, por razones socio económicas y socio políticas sino que incluso se van, en masa, los docentes, algo nunca imaginado en el pasado y la “solución” que ha conseguido el régimen ha sido otorgar títulos de bachilleres a estudiantes que no han recibido clases, que no han demostrado conocimientos y que no tienen las competencias mínimas para ir a una universidad o para seguir una carrera técnica. Y ante la falta de docentes solo se les ha ocurrido poner al frente de las aulas de clase a gente sin ninguna preparación académica real para enseñar, formar y educar a niños y adolescentes; es decir, que la llamada “revolución educativa” del chavismo nos ha traído a la barbarie, al atraso y al reino de lo posible en lo que a “educación” (más bien des – educación) se refiere.

Es decir, hoy tenemos egresados del sistema educativo que ni leen, ni escriben ni sacan cuentas, por muy elementales que estas sean. Esos son los estudiantes que nos llegan a las universidades y son los que no pueden escribir porque nadie se los ha enseñado, porque además tampoco los han enseñado a leer y ya se sabe que para poder escribir bien previamente hay que leer mucho. Así, no es que todo esté perdido pero sí está prácticamente todo por hacer; nuestros estudiantes, ya sea por intuición, porque han contado con una madre, un maestro o algún otro adulto, que les ha dado algún tipo de apoyo y herramienta, tienen la disponibilidad, el deseo, pero necesitan una escuela, un liceo y una universidad que los forme, que le facilite los espacios académicos para que hagan la experiencia de leer comprensivamente, dialogalmente y a partir de allí que se les acompañe y se les enseñe el arte y la técnica de la escritura. Este es un reto de la educación venezolana y de los educadores venezolanos. No podemos dejar de soñar que un día, no tan lejano, la escuela vuelva a ser un ámbito de enseñanza, de aprendizaje y deje de ser un espacio de adoctrinamiento, de retroceso y de deshumanización de nuestros niños y jóvenes.

Comentarios

  1. Excelente radiografía, ahora me quedo con las ganas de escuchar el tratamiento a seguir.... Un abrazo hermano querido. Un placer leerte. Creo que faltó un espacio en la expresión creo que es y no cuando dices que los estudiantes no siguieron las pautas, aunque se les habían dado por escrito.

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  2. Gracias por leer y gracias por las correcciones! Un abrazo!

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  3. Cada día, las personas escriben menos y si se agrega el hecho de los autocorrectores de telefono y computador más difícil se pone el asunto. Los docentes no escapan de esta realidad... Lo que si es una tarea bien urgente es dedicar tiempo en las aulas para que los estudiantes aprendan a escribir bien y esto va en todos los niveles: escuela, liceo y universidad. Gracias por compartir este texto tan importante y que a su vez nos hace reflexionar críticamente acerca de la escritura. :)

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    1. Esa es nuestra norte, nuestro reto, nuestra tarea, Mariela; invitar a nuestros chamos a leer, motivarlos, retarlos a que hagan algo que muy pocos hacen pero que es de urgencia recuperar. Gracias por tu lectura y por tu atinado comentario.

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