Génesis de Maracay. Oldman Botello


El Nacimiento de la Ciudad Jardín

Rolando J. Núñez H.


“Por la ciudad en ruinas todo invita al olvido,
los viejos portalones, la gran plaza desierta y
el templo abandonado…
La ciudad se ha dormido”
Abraham Valdelomar


           
En Génesis de Maracay. Primer Tiempo de la Ciudad (2000), el historiador Oldman Botello nos presenta una urbe “…crecida, grande, hermosa, bullanguera como cuando la visitó el obispo Martí en 1781” (p. 48). Llegué a vivir a Maracay a finales de 1994, y debo decir que no podría estar más de acuerdo con el autor en esa afirmación. La ciudad que fui conociendo, que me recibió con los brazos abiertos era una urbe que pujaba, que progresaba, que le ofrecía trabajo, estudio y bienestar a sus habitantes, cosa que hoy no podemos decir sea igual, tras más de veinte años de chavismo, madurismo y “revolución” (¿o involución?); pero, ¿de dónde viene esa ciudad, cuál es su origen, su nacimiento? Eso es lo que nos cuenta Botello en un pequeño libro que no llega a las sesenta páginas pero que nos hace viajar, muy raudamente, por más de tres siglos de historia de estos valles de Maracay que aun pugnan por manar leche y miel, como desde sus orígenes lo hicieran.
            El autor da pinceladas que nos cuentan de los primeros habitantes, indígenas que vivían de la pesca, así como del cultivo de la yuca y el maíz; de los primeros españoles que llegan en el siglo XVI, y de los “pueblos de doctrinas o de indios”; de los mestizos, negros y blancos que poblaron y trabajaron la tierra a lo largo del siglo XVI en estos generosos parajes; todo esto para enmarcarnos y contextualizarnos en el origen de la ciudad de Maracay.

            Así, esta breve pero muy completa obra de Botello nos explica como “La religión iba indisolublemente ligada a la estructuración de los pueblos” (p. 24) y cómo la fundación de Maracay fue “…producto de la iglesia y por el deseo de sus vecinos” (p. 28), que tenían que ir hasta Turmero por asistencia espiritual. La necesidad de una iglesia, y un cura párroco que asistiera espiritualmente a los habitantes del valle, llevó al obispo de Caracas y de Venezuela, Diego de Baños y Sotomayor, de origen limeño, a crear el 22 de marzo de 1700 la parroquia, por petición de 42 cabezas de familia del valle de Maracay. Mucho después, en 1814, Bolívar la nombraría ciudad, pero en ese naciente siglo XVIII, en el así llamado siglo de las luces, estaría la partida de nacimiento de esta encomiable urbe.

            El autor hace también un paneo por los distintos intríngulis que atravesó la hoy metropolis, y sus habitantes, frente a los llamados “amos del valle”, desde Abraham Desqué, amigo y compañero de correrías de Diego de Losada, fundador de Caracas, hasta los marqueses de Mijares, que por seis generaciones reclamaron las tierras, cobraron “derechos de piso” y litigaron insistentemente para usufructuar lo que a fin de cuentas correspondía a los habitantes de Maracay.
            Hoy, veinte años después de publicado este libro, Maracay, pese a todo, nos sigue albergando, cobijando y pidiendo que creamos en ella, que sigamos apostando por esa ciudad de la que escribió Don Andrés Bello en 1810: “Maracay que apenas podía aspirar hace 40 años a la calificación de aldea, goza hoy todas las apariencias y todas las ventajas de un pueblo agricultor, y sus inmediaciones anuncian desde muy lejos al viajero el genio activo de sus habitantes” (Citado por Botello en Génesis de Maracay, p. 46). Hoy luce sola, triste aunque no derrotada sino más bien en resistencia, anhelante de vida, de democracia, de prosperidad, invitándonos a que ejerzamos como ciudadanos, como maracayeros, como venezolanos y como demócratas. 


Comentarios

  1. Excelente texto! Maracay es una linda ciudad que se hace querer y acobija a todo aquel que llega a ella. Y su gente en terminos generales es tan sencilla... No acostumbran a preguntar dónde vives, cual es tu apellido? Cómo en otras ciudades 😂. A pesar que hoy en día está algo desdibujada, sigue allí como usted bien lo dice en resistencia y floreciendo.

    ResponderBorrar
  2. Así es, Mariela. Es una ciudad amigable a pesar de todo. Gracias por tu atenta y consecuente lectura. Abrazos

    ResponderBorrar
  3. Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Mi Padre El Inmigrante, Un Poema a la Vida, a la Existencia

¿Cómo escribir ensayos?

Pensamiento Filosófico y Pedagógico: David Hume