Doña María: Una Maestra de Vocación
Maestros que dejan huellas: La Maestra
María de Jesús García
Rolando J. Núñez
H
María R.
Palencia G.
“El que quiere hacer
algo, conseguirá un medio, el que no, una excusa”
(Stephen Dolley)
La
maestra María de Jesús, para sus alumnos y representantes; la hermana Jesusita,
para sus hermanos de fe; Chucha, para sus familiares, nació en Choroní, en el
estado Aragua (ubicado en el centro-norte de Venezuela, en la región central
del país), el dos de enero de 1945, en el seno de una familia trabajadora,
dedicada a las labores del campo. Cursó la Educación Primaria en el Colegio
“Santa Clara” de las Hermanas Agustinas Recoletas, congregación religiosa a la
que perteneció la Madre María de San José. Se casó a los 14 años con Francisco Palencia
y de esa unión nació su única hija:
María Roraima. Pronto, en 1964, la familia se mudó, por razones de trabajo, a
Barinas, concretamente a Barinitas, donde el esposo regentaría una farmacia y donde haría su vida María de Jesús como
esposa, madre, emprendedora y sobre todo como maestra; allí, al pie del monte
andino, en la “cuna de los poetas” terminará los estudios primarios, en el
Grupo Escolar “José Vicente Unda”
En
1969, por problemas familiares, se va a vivir, por espacio de un año, a Boconó,
en el estado Trujillo; allí estará cerca de su pequeña hija, que estudiaba, a
la par, interna en un colegio de religiosas de la localidad. Mientras tanto se
dedica a las actividades comerciales que continuará al regresar a Barinitas. Allí,
en Barinitas, al año siguiente, retoma los libros y se inscribe para hacer sus
estudios de bachillerato, o secundarios, en el liceo nocturno “Cándido Antonio
Meza”. Con frecuencia sus familiares y amigos le oían relatar, entre risas, su
anécdota del día que tuvo que presentar una prueba, o exposición, sobre Martin
Lutero y se pasó toda una noche aprendiendo sobre los avatares que vivió el
antiguo monje agustino.
María
de Jesús llega a la docencia porque, tras separarse de su esposo, necesitaba
trabajar para sostener materialmente a su hija y a algunos sobrinos que había
tomado bajo su tutela, pero rápidamente la enseñanza se convierte en su
vocación y modo de vida. Aunque no había estudiado para ser maestra consigue en
la enseñanza su profesión y su “llamado”, su misión de vida.
Su
segundo destino, como maestra, fue la Escuela Rural Concentrada “El Banquito”
de Pedraza, en Ciudad Bolivia; eso le permite estar más cerca de su casa y
poder regresar cada fin de semana para compartir con los suyos. En esos años se
residencia en Pedraza, en casa de la señora Mónica y camina todos los días a su
lugar de trabajo, aunque con frecuencia pasa algún vehículo cuyo conductor
reconoce a la maestra y le da la cola; así, cada día la maestra Jesusita repite
la historia de miles y miles de maestros que durante décadas han gastado la
suela de sus zapatos para llegar a los lugares más remotos de Venezuela a
formar a los niños de nuestros pueblos y caseríos, a enseñarles lo que sus
padres no pueden en sus hogares.
A
la muerte de su esposo, en 1978, solicita el traslado a la escuela rural del
sector Valle Hondo, en la Caramuca, Estado Barinas y al año siguiente, en 1979,
es trasladada a la Escuela Rural perteneciente a lo que en la jerga del Sistema
Escolar del estado se denominaba NER 45 de la Parroquia Alberto Arvelo
Torrealba, donde laboró hasta 1998, año en el que la Dirección de Educación del
Estado le otorga la jubilación. Allí, a pie de Monte Andino, la maestra María
de Jesús García desarrolló su proyecto de vida, allí fue madre, entró en la
religión cristiano – evangélica, contrajo segunda nupcias con un hermano de
religión, siguió con sus emprendimientos comerciales y sobre todo, con su carácter fuerte,
espíritu alegre, entusiasta, se dedicó a educar, a alumbrar con las primeras
letras y conocimientos el camino de tantos niños y jóvenes que pasaron por sus
manos en todas esas escuelas rurales que tuvieron el privilegio de tenerla como
educadora.
Doña María se entregó a la enseñanza de las
primeras letras por las distintas escuelas rurales por las que pasó y sin
embargo nunca dejó de emprender, de idear formas de complementar el sueldo de
maestra; pero nada nunca le impidió cumplir con su apostolado como docente.
Durante varios años tuvo que atender y administrar el pequeño fundo que había
heredado de su difunto esposo, pero tampoco esa fue razón para abandonar su
principal misión y proyecto de vida, que fue la enseñanza.
Así,
si algo podemos destacar de la trayectoria vital de María de Jesús es que supo
armonizar el rol de madre, esposa, emprendedora y miembro de la comunidad
cristiano – evangélica a la que en un momento dado ingresó, con su ser maestra
y esto lo hizo hasta el momento de su jubilación.
La
maestra María de Jesús murió en la ciudad de Maracay, de cáncer, junto a sus
seres queridos, el 10 de marzo del 2010.
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