Reseña de libros: Viaje Onírico al Mundo de Dante de Mariano Palazzo
Un poético diálogo con Dante
Rolando J. Núñez
H.
rolandonunez70@hotmail.com
“Oh
vosotros, que tenéis sano el intelecto,
mirad bien la doctrina que se esconde detrás
del velo de los versos raros”.
(Canto IX del Infierno, versos 61-63. Citado
por Aldo en la p. 51)
“Lo
bueno, si breve, dos veces bueno”, decía en el siglo XVII el conceptista
español Baltasar Gracián; la cita viene a cuento porque después de leer el
libro de Mariano Palazzo, Aldo, Viaje
Onírico al Mundo de Dante (2016), como lector, me queda la sensación de haber
recorrido unas hermosas páginas en donde consigo poesía, historia, filosofía,
política, geografía, cultura (espléndidamente teñida de interculturalidad donde
Italia y Venezuela se encuentran, se conocen, se reconocen…) y, en todo ello,
mucha, mucha “vida”, vivencia, y convivencia que se nutre de diálogo, de
escucha, de humanidad…, y todo esto en un pequeño libro de setenta y dos
páginas.
A lo largo de las
páginas de su libro, Aldo nos obsequia con su agradecimiento y la manifestación
de afecto a las personas, instituciones y amigos que lo han apoyado en su
cruzada por dar a conocer la vida y la obra de ese coloso de las letras que fue
Dante Alighieri (Florencia, 1265 – Ravena, 1321). Pero no se queda ahí, va más
allá.
Si algo me gusta de esta obra es la metáfora que la
atraviesa en torno al viaje, al camino recorrido. Es una bonita imagen porque
describe el viaje de Dante en su “divina” comedia, el del propio Aldo y el mío
propio, como lector. Debo confesar que leí la Divina Comedia hace unos años pues labios sabios me recomendaron
leer con detenimiento a los antiguos, volver a los clásicos, revisar con detenimiento a esos
autores que han trascendido y aun hoy nos dicen cosas al oído; uno de esos
clásicos fue Dante con su obra magna y la verdad me costó su lectura y la
terminé por disciplina pero siento, ahora, leyendo el testimonio de Aldo, que
aquella mía fue una “primera lectura”, que me costó porque la de Dante es una
obra densa, rica en matices y significados que exige un lector atento y armado
con algunas herramientas conceptuales y estéticas que le permitan comprender al
autor y su época. Desde aquella primera lectura creo que mi lento, torpe viaje,
no ha cesado y el libro de Aldo me ha ayudado a avanzar un poco más en el
entendimiento de verdaderas complejas.
Y es que en este libro nos damos un paseo por estudios y
estudiosos de la obra de Dante; investigaciones e investigadores que han dedicado
tiempo, talento y recursos a comprender texto y contexto de un poeta, filósofo
y hombre de carne y hueso que dialoga con la feudo aristocracia cristiana y al
mismo tiempo le da la bienvenida al mundo y al pensamiento moderno. Se pasea
además por la biografía, estudios y datos familiares del poeta florentino; por
su transitar político, por sus alegrías y sus penas; se solaza en sus viajes y
en sus geografías, las humanas y las naturales, transcurre por aquello que
trasciende y que se vuelve metafísico en el escritor. Y todo esto en un diálogo
imaginario entre el autor y Dante, un recurso estilístico que se agradece y se
felicita pues nos hace volar la imaginación y visualizar al florentino en
franca y amena tertulia.
Otra de las virtudes de esta obra es la mesurada pero
estupenda vinculación que hace de La
Divina Comedia con la cultura y la literatura venezolana, con pintores, músicos
y escritores tan nuestros como Don Rómulo Gallegos; esa familiaridad italo –
venezolana queda plasmada en la poesía que viene del siglo XII y XIII de Dante
y llega al siglo XXI en el que estamos. Mas no se queda Aldo ahí, pasa revista
además a escritores, músicos y artistas de distintas geografías y nacionalidades,
rastreando la impronta que Dante ha dejado en ellos.
Muchos pudieran ser los valores a destacar de esta breve
obra pero apunto solo uno más: el dar relevancia al interés de los jóvenes en
la obra de Dante, en el entusiasmo y el agrado que despierta en la juventud y
qué bueno porque esta es una obra que tiene mucho que decir y enseñar a jóvenes
y viejos, a europeos y americanos, a estos y aquellos. Me quedo, para terminar,
con una cita del libro que me parece emblemática:
“¡Sí Dante! Tu viaje representa de
un modo u otro, algo inherente a la existencia humana: la permanente búsqueda
del sentido de la vida. El viaje expresa e interpreta ese profundo deseo de
cambio de los jóvenes, que conlleva a la necesidad de vivir nuevas experiencias
y que a nivel existencial van a producir transformaciones profundas en ellos”
(p. 63).
Así, descubrimos, como corolario, una dimensión
existencial en la obra de Dante, y en la de Aldo, con la cual no podemos estar más
complacidos, pues al leer las palabras, los significados y los sentidos de esta
cita no podemos sino remitirnos a autores como Heráclito, con su “panta rei”, “todo
pasa”; a San Agustín, con su “Inquieto está mi corazón, Señor” y a Sören Kierkegaard
(entre otros), con su insistencia en que en la existencia concreta y mudable se
define el hombre y su historia; esto por no hablar de Albert Camus y su “Me rebelo,
luego existimos”. Estas y otras muchas dubitaciones despierta Aldo con su “viaje
onírico al mundo de Dante”. Mil gracias.
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