El Descubriento de Ari Stóteles (Reseña)
Las Aventuras Filosóficas de Ari Stóteles
Rolando J. Núñez
H.
“No hay democracia sin educación”
(Fernando
Savater/Filósofo español).
Lipman intuyó algo que otros muchos pensadores,
en otros tantos contextos, han visto claro: la educación formal, la “escuela”
instruye pero no forma, inocula contenidos pero no forma críticamente. A partir
de ahí, este inquieto profesor de la Universidad de Columbia desarrollará todo
un programa de Filosofía para Niños que lo ocupará en escribir una serie de
libros que incentiven y fomenten el pensar reflexivo de los alumnos desde los
primeros grados pues, según él, cuando el joven llega a la universidad sin
estas herramientas reflexivas, ya será tarde. En este contexto se inscribe su primer
libro El descubrimiento de Harry
Stottlemeyer (1969), The discovery of
Harry Stottlemeyer, por su título en inglés; o como lo han traducido en
Argentina El Descubrimiento de Ari
Stóteles (1993). Esta obra, dedicada a niños que están entre diez (10) y
catorce (14) años, es la razón de esta breve recensión.
Ari, o Harry, en el original, es un niño
intelectualmente inquieto, que juega, bromea y se pelea con sus compañeros de
clase pero que se hace preguntas y repara en detalles acerca de la forma de
pensar y razonar que lo convierten en un pequeño filósofo, ya a su edad,
contraviniendo los postulados y dogmas piagetianos (aunque no siempre
imputables a Piaget) de que el pensamiento abstracto le vendrá a los niños en
una edad posterior. Así, Lipman, a través de Ari y sus amigos, nos irá
introduciendo en los grandes temas y preguntas que la filosofía se ha planteado
desde los griegos para acá; lógica (clásica y formal), ética (con interesantes
y sólidas incursiones en la política y en la ciudadanía), estética, epistemología
(y/o teoría del conocimiento) e incluso filosofía de la educación. Estos términos
nunca van a aparecer en la novela de Lipman, pero desde la frescura, ingenuidad
(aparente o genuina) y cotidianidad de este grupo de compañeros de estudio, el
autor nos hará ver que la filosofía está más presente en nuestras vidas de lo
que ordinariamente sospechamos. Es decir, el introducir estos temas en forma
narrativa, de novela, no tiene para Lipman una finalidad academicista o de
petulancia intelectual, quiere sugerirnos que en la medida en que nos
preguntemos por las reglas del pensar que usamos día a día, en la medida en que
planteemos preguntas a lo que hacemos, decimos y creemos, en esa misma medida
seremos más personas, más humanos y más ciudadanos.
Ari va a lograr embarcarse en una aventura intelectual de
lo más interesante que, de alguna manera, va a arrastrar a compañeros, padres,
maestros y, por supuesto, al lector. Es un libro que, incluso, no desanima a
los que le temen a los textos voluminosos porque tiene poco más de noventa
páginas, pero en ese breve espacio físico conseguimos una riqueza cultural, pedagógica
y filosófica de largo alcance. Nos parece que es un libro que deberían leer
padres, maestros, alumnos y, muy especialmente los estudiantes de las escuelas
de educación de las universidades que forman maestros así como los de las
universidades pedagógicas que se plantean con seriedad el fundamento de aquello
que van a enseñar.
No
es este un libro que nos dé recetas mágicas o fórmulas exactas, es una obra que
provoca, que propicia pensamiento, que empuja a la reflexión, al
cuestionamiento; un cuestionamiento además que deben hacerse no solo los niños,
no solo los estudiantes sino además los padres, los maestros e incluso las
instituciones. Eso de que el mundo cambio porque alguien piensa pareciera ser
el mensaje y leiv motiv de esta obra que nos invita a enseñar a los niños a
leer, escribir, sumar y restar, sí; que nos dice que no es que no sea
importante la geografía, la historia y la educación física, pero que es
fundamental enseñar, en todas esas áreas del saber, a “pensar”, a razonar, a
reflexionar y a plantear la pregunta que ordinariamente la gran mayoría no
quiere hacer, ya sea por comodidad o por conveniencia; ese es el reto y la
invitación de esta obra que, como estamos viendo, ya trasciende a su autor.
Muy interesante la reseña y a su vez la propuesta de la filosofía en primaria y secundaria. Que nuestros estudiantes y nosotros como educadores aprendamos a pensar y reflexionar es un trabajo diario, de mucha dedicacion y totalmente necesario.
ResponderBorrarGracias, Mariela! Sí, la idea de una enseñanza , desde los primeros grados, en la reflexión, es clave para construir ciudadanía, para formar profesionales integrales. Saludos!
BorrarCreo que uno de los problemas en la enseñanza de la filosofía en Bachillerato, aquí en Venezuela, ha sido el no contar con el personal idóneo para eso. Al leer es inevitable recordar lo abstracto de su enseñanza, incluso en pregrado. Urge no sólo su incorporación, sino, el contar con gente ganada para lo que se propone.
ResponderBorrarLo que señalas parece ser una de las claves no solo de la enseñanza de la filosofía sino también de otras muchas disciplinas y asignaturas que nos son presentadas de manera tan desagradable que terminamos odiando: Castellano, literatura, matemática, etc. Parece pues que una de las claves de una buena educación en nuestra escuela es formar adecuadamente en didáctica. Gracias por leer, Anaid!
Borrar