El Descubriento de Ari Stóteles (Reseña)



Las Aventuras Filosóficas de Ari Stóteles
Rolando J. Núñez H.

No hay democracia sin educación”
(Fernando Savater/Filósofo español).

           
Mucho se ha debatido, en los últimos años, en Europa, e incluso en países de América Latina, acerca de la enseñanza de la filosofía en bachillerato. La diatriba fue fuerte y últimamente, países como España, han metido retroceso y regresan a las aulas a la irreverente asignatura. Pudiera parecer un discusión sobrevenida por el auge de las nuevas tecnologías y la urgencia de destrezas pragmáticas y utilitarias y, sin embargo, ya en la década de los sesenta, del siglo pasado, el filósofo norteamericano Matthew Lipman (1923 – 2010) quiso encender las alarmas en el sentido de que los jóvenes norteamericanos que llegaban a la universidad lograban aprenderse los contenidos de las carreras que iban a estudiar pero no eran capaces de razonar, de “pensar” reflexivamente sino más mecánicamente, situación que luego tenía un reflejo inmediato y nefasto en el hecho de que como adultos eran incapaces de tomar posturas, asumir posiciones ante la realidad, frente a los retos que la cotidianidad planteaba.
 Lipman intuyó algo que otros muchos pensadores, en otros tantos contextos, han visto claro: la educación formal, la “escuela” instruye pero no forma, inocula contenidos pero no forma críticamente. A partir de ahí, este inquieto profesor de la Universidad de Columbia desarrollará todo un programa de Filosofía para Niños que lo ocupará en escribir una serie de libros que incentiven y fomenten el pensar reflexivo de los alumnos desde los primeros grados pues, según él, cuando el joven llega a la universidad sin estas herramientas reflexivas, ya será tarde. En este contexto se inscribe su primer libro El descubrimiento de Harry Stottlemeyer (1969), The discovery of Harry Stottlemeyer, por su título en inglés; o como lo han traducido en Argentina El Descubrimiento de Ari Stóteles (1993). Esta obra, dedicada a niños que están entre diez (10) y catorce (14) años, es la razón de esta breve recensión.
              Ari, o Harry, en el original, es un niño intelectualmente inquieto, que juega, bromea y se pelea con sus compañeros de clase pero que se hace preguntas y repara en detalles acerca de la forma de pensar y razonar que lo convierten en un pequeño filósofo, ya a su edad, contraviniendo los postulados y dogmas piagetianos (aunque no siempre imputables a Piaget) de que el pensamiento abstracto le vendrá a los niños en una edad posterior. Así, Lipman, a través de Ari y sus amigos, nos irá introduciendo en los grandes temas y preguntas que la filosofía se ha planteado desde los griegos para acá; lógica (clásica y formal), ética (con interesantes y sólidas incursiones en la política y en la ciudadanía), estética, epistemología (y/o teoría del conocimiento) e incluso filosofía de la educación. Estos términos nunca van a aparecer en la novela de Lipman, pero desde la frescura, ingenuidad (aparente o genuina) y cotidianidad de este grupo de compañeros de estudio, el autor nos hará ver que la filosofía está más presente en nuestras vidas de lo que ordinariamente sospechamos. Es decir, el introducir estos temas en forma narrativa, de novela, no tiene para Lipman una finalidad academicista o de petulancia intelectual, quiere sugerirnos que en la medida en que nos preguntemos por las reglas del pensar que usamos día a día, en la medida en que planteemos preguntas a lo que hacemos, decimos y creemos, en esa misma medida seremos más personas, más humanos y más ciudadanos.

            Ari va a lograr embarcarse en una aventura intelectual de lo más interesante que, de alguna manera, va a arrastrar a compañeros, padres, maestros y, por supuesto, al lector. Es un libro que, incluso, no desanima a los que le temen a los textos voluminosos porque tiene poco más de noventa páginas, pero en ese breve espacio físico conseguimos una riqueza cultural, pedagógica y filosófica de largo alcance. Nos parece que es un libro que deberían leer padres, maestros, alumnos y, muy especialmente los estudiantes de las escuelas de educación de las universidades que forman maestros así como los de las universidades pedagógicas que se plantean con seriedad el fundamento de aquello que van a enseñar.
No es este un libro que nos dé recetas mágicas o fórmulas exactas, es una obra que provoca, que propicia pensamiento, que empuja a la reflexión, al cuestionamiento; un cuestionamiento además que deben hacerse no solo los niños, no solo los estudiantes sino además los padres, los maestros e incluso las instituciones. Eso de que el mundo cambio porque alguien piensa pareciera ser el mensaje y leiv motiv de esta obra que nos invita a enseñar a los niños a leer, escribir, sumar y restar, sí; que nos dice que no es que no sea importante la geografía, la historia y la educación física, pero que es fundamental enseñar, en todas esas áreas del saber, a “pensar”, a razonar, a reflexionar y a plantear la pregunta que ordinariamente la gran mayoría no quiere hacer, ya sea por comodidad o por conveniencia; ese es el reto y la invitación de esta obra que, como estamos viendo, ya trasciende a su autor.

Comentarios

  1. Muy interesante la reseña y a su vez la propuesta de la filosofía en primaria y secundaria. Que nuestros estudiantes y nosotros como educadores aprendamos a pensar y reflexionar es un trabajo diario, de mucha dedicacion y totalmente necesario.

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    1. Gracias, Mariela! Sí, la idea de una enseñanza , desde los primeros grados, en la reflexión, es clave para construir ciudadanía, para formar profesionales integrales. Saludos!

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  2. Creo que uno de los problemas en la enseñanza de la filosofía en Bachillerato, aquí en Venezuela, ha sido el no contar con el personal idóneo para eso. Al leer es inevitable recordar lo abstracto de su enseñanza, incluso en pregrado. Urge no sólo su incorporación, sino, el contar con gente ganada para lo que se propone.

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    1. Lo que señalas parece ser una de las claves no solo de la enseñanza de la filosofía sino también de otras muchas disciplinas y asignaturas que nos son presentadas de manera tan desagradable que terminamos odiando: Castellano, literatura, matemática, etc. Parece pues que una de las claves de una buena educación en nuestra escuela es formar adecuadamente en didáctica. Gracias por leer, Anaid!

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