Las Musas... ¡Claro que existen!

Musas

Rolando J. Núñez H.


“Las musas existen pero tienen que encontrarte bien ocupado”
(Oscar Wilde)

"Me enseñaste, amor, que para ver las musas
no hace falta ser poeta ni pintor" Melendi/Existen los Angeles.

Las musas son escurridizas, son evasivas, son efímeras…
La antigua cuestión está definitivamente zanjada, no habría porque darle más vueltas: las musas te eligen, tú no tienes ni voz ni voto, aunque te hagan creer lo contrario a la hora de repartir culpas.
            Hay musas que vienen y que van, aunque puede que haya una, o dos, que permanezcan.
            Algunas musas te encuentran y te hacen suyo, y te monopolizan por un tiempo, pero lo más seguro es que, pasado ese tiempo, te abandonen inmisericordemente…
            Las musas que te han dejado nunca terminan de irse pero algunas regresan recurrentemente. Algunas regresan cada día y, a veces, lejos de inspirarte, te atormentan.
            Algunas musas, después de acecharte durante días (a veces meses, a veces años) te sujetan para luego alejarse, borrarse, desdibujarse, perderse…, y de repente, aunque no siempre, sin anunciarse, reaparecen, hacen epifanía, como si nunca se hubieran marchado.
            Las musas te poseen, hay que dejarse de cuentos; tú nunca las tienes a ellas. Y una vez poseído te aman, te veneran, te asedian, te elevan para luego odiarte, vilipendiarte, ignorarte, empujarte de lo alto; muy rara vez vuelven a amarte, a venerarte, a…
            Las musas pueden llegar a ser carnales, sensuales, mortales, cardíacas; hermosa y terriblemente viscerales.
            Las musas pueden ser tiernas, muy tiernas; invasivas, muy invasivas; pueden llegar a ser vitales, imprescindibles, aunque la mayoría, aves de paso, flores de un día, bien pudiera decir Sabina, ese viejo sabio que tanto ha gozado de su compañía y ha sufrido sus abandonos.
            Las musas pueden llegar en la víspera y también tardíamente pero nunca a destiempo.
            Las musas, siempre las musas…

Las musas tienen diversos rostros aunque a ratos pareciera uno solo, el mismo.
            Las musas tienen distintas texturas, estéticas, viscosidades.
            Las musas pueden ser veleidosas, hasta el dolor, o pueden ser odiosa/amorosamente ecuánimes.
            Algunas musas son guerreras, otras portadoras de paz.
            Hay musas que celan y otras que “pasan de todo”.
            A veces las musas entristecen, en otras ocasiones estallan en alegría y colorido.
            Hay musas que callan y hay las que gritan.
Las musas, siempre las musas.
Las musas pueden ser legión, constelación, pléyade, o pueden ser solo una…
A las musas no hay que invocarlas, ellas llegan, ellas se van; incluso se van en el momento que quisieras que se quedaran.
Musas telúricas
Musas efímeras
Musas maduras
Musas tenaces
Musas pasión
Musas distraídas
Musas voluptuosas
Musas carnales
Musas a medias
Musas blondas
Muchas inquietas
Musas viscerales
Musas coléricas

Musas impetuosas
Musas felinas
Musas voluntariosas
Musas escurridizas
Musas pueriles
Musas complexas
Musas pitagóricas
Musas alocadas
Musas conservadoras
Musas rencorosas
Musas conflictivas
Musas petulantes
Musas veleidosas, desdeñosas
Musas de hielo, de fuego
Musas Corazón
Musas angelicales
Musas consentidas, malcriadas
Musas histriónicas
Musas de paso
Musas silentes
Musas extrañas
Musas indefinidas
Musas fugaces
Musas ruidosas
Musas anodinas
Musas venáticas
Musas sicalípticas
     Musas distantes, intangibles
Musas enigmáticas

Musas totales, definitivas

¡Y claro que existen la Musas!

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