El Aporte de la Antropología Cultural: ¿Quiénes Somos los Venezolanos?

¿Cómo Somos los Venezolanos?


Rolando J. Núñez H.
rolandonunez70@hotmail.com

En esa búsqueda de un perfil político del venezolano, en el plano de la antropología filosófico-cultural, nos encontramos con la ya clásica investigación llevada a cabo por Rafael Carías, s.j. (1981); los estudios de este autor nos conducen a lo que este llama “El humanitarismo del venezolano”, donde, según sus palabras “desarrolla la tipología existencial del venezolano desarticulando sus tres componentes raciales y analizando por separado en cada uno de ellos el centro de gravedad existencial-temporal” (p. 71). Así, el jesuita pasa a descomponer este humanitarismo al que se refiere como “el hombre del pasado” (el asiático), el “hombre del presente” (el africano) y el “hombre del futuro” (el europeo). 
Lo que está sosteniendo esta tesis es que ese hombre venezolano que resulta hoy día viene del mestizaje de estas tres tipologías que se encontraron en la conquista y colonización y conjugan su historia cultural para generar al venezolano actual. 
Así, ese hombre asiático que tiene su peso existencial en el pasado es el “indígena” que, de los tres grupos étnicos, fue el primero en poblar nuestro territorio. Ese hombre indígena está ligado a la madre tierra y a la tradición, es fiel a sus ancestros y a las costumbres inveteradas que estos le legaron. Es un hombre además tan fundido con la naturaleza que no necesita ni depredarla ni adueñarse de ella, por eso trabaja para comer hoy, pero no para el sustento de mañana dado que en un clima y medio como el venezolano las bondades naturales de la flora  y la fauna se ofrendan a lo largo de todo el año. Geográficamente, Carías ubica la presencia más evidente de ese “hombre del pasado” en los Andes venezolanos; el hombre andino actual sería el que representa esa tradición y esa fidelidad al pasado y a la tierra, más que los grupos indígenas minoritarios que quedan en Amazonas, la Guajira o el Delta del Orinoco, puesto que estas minorías son tan reducidas, que quedan fundamentalmente como “grupos testimonios”; nuestro caso es muy distinto al de países latinoamericanos como Bolivia, en donde la población indígena es mayoritaria. Ese hombre andino va a ser un hombre introvertido, desconfiado y volcado al interior de su casa y de su grupo familiar. 
La segunda tipología constitutiva sería la del “hombre del presente” que nos viene del africano, traído como esclavo, que según palabras del autor “por hombre africano entendemos el del Golfo de Guinea que fue el antepasado de todos los que poblaron la región de las costas de Colombia y Venezuela y de todo el Caribe” (p. 75). Topológicamente ese hombre del presente se ubica en las costas de nuestros país, y es un hombre para el que la tradición solo representa un motivo folclórico y festivo; es un hombre alegre y volcado hacia afuera, sumamente extrovertido cuya casa siempre está de puertas abiertas para el que llega; vive en un eterno presente y para él su futuro es incierto, para nada motivo de preocupación; es servicial aunque no deja de pesar en su conciencia colectiva su pasado como esclavo que en ocasiones lo lleva a asumir posturas que implican cierto complejo de inferioridad. 
Finalmente está el “hombre del futuro”, descendiente directo del europeo que vino luego del descubrimiento a buscar nuevos destinos y se encontró con un mundo al que él transformó y que a su vez lo transformó, cultural y existencialmente. “El hombre blanco es el hombre pragmático” (p. 77), dirá Rafael Carías; “es el hombre-proyecto” (p.78), continúa el autor para hacernos ver que el pasado lo ha dejado atrás en el viejo continente y el presente es un medio para alcanzar, para construir una nueva vida; de ahí precisamente vienen las utopías que caracterizan y, de alguna manera, definen a la modernidad. Este hombre que planifica y vive en el futuro ahorra porque viene de una realidad en la cual, sino acumulas corres el peligro de perecer de hambre motivado a la guerra, el frío o la adversidad. A este tipo de hombre lo ubica el estudioso en las zonas centrales de nuestro país.

Como hemos dicho, de la mezcla de estos tres componentes raciales y culturales atribuye Carías la emergencia de un hombre que a lo largo de cinco siglos constituye el “humanitarismo del venezolano” actual. Un hombre que recoge lo mejor y lo peor de esas tres culturas ancestrales que vinieron a juntarse en esta tierra de "gracia" que se llama Venezuela. Los rasgos de ese “humanitarismo” van a ser pues lo de un sujeto: a) “idealista”, que emprende cantidad de proyectos y que va a concluir pocos o ninguno, por lo cual esto constituye la segunda característica; b) la “inconstancia” en aquello que se propone; el venezolano suele ser muy poco perseverante, pudiéramos decir, irónicamente, que es conquistador, pues enamora a toda la que se deja, pero no colonizador, pues una vez conseguido el objetivo de conquista abandona y no remata, como muchos  de los albañiles que a veces nos toca contratar en nuestro país; c) la “inmadurez”, según Carías, y en comunión con los dos rasgos anteriores, es otro de los aspectos que perfila al venezolano. Una inmadurez que se manifiesta en la dificultad para asumir posiciones firmes en el amor, la profesión o en la vida personal y familiar, ¡en la política! El venezolano, nos dice Carías, prefiere dejar que otros decidan por él; d) el “inmediatismo”, será otro aspecto que emerge en este humanitarismo, heredado de esa postura existencial del hombre negro, o afrodescendiente; e) el “humor” caracteriza al venezolano y define prácticamente todas sus posturas ante los problemas y la vida, así que el venezolano se ríe de sí mismo y todo lo convierte en un chiste; f) “generoso”, hasta el extremo de entregarlo todo por aquel que considera su amigo o familia, aunque en principio pueda mostrarse huraño y desconfiado, y las dinámicas urbanas, o político-sociales vayan minando esa vocación del venezolano a donarse a los demás. 
Haciendo un balance de estas actitudes podemos decir que, a lo largo de algo más de treinta años, algunos aspectos se tienen que haber modificado pues toda cultura, y toda sociedad, son dinámicas, nunca estáticas, y no obstante, el fondo cultural de un grupo humano específico no cambia de la noche a la mañana; por algo ha dicho, ya en la antigüedad, Heráclito que “Es imposible bañarse en el mismo río” (p. 11), pues somos en parte igual y en parte distintos a lo que éramos ayer, puesto que ni el río es el mismo ni nosotros somos los mismos, pero, no obstante, el río,  aunque ha cambiado, permanece; esa es la condición existencial del hombre y la cultura a la que este pertenece.
¿Estarán aquí parte de las respuestas a la grave crisis que atraviesa el país con la llegada de chavismo al poder? ¿Pueden servir estas pistas para salir de la debacle en la que ha sumido a la sociedad venezolana el régimen chavomadurista? 
Referencias

- Carías, R (1982). ¿Quiénes Somos Los Venezolanos? Antropología Cultural del Venezolano.Caracas: Editorial Librería
Editorial Salesiana.
Carías, R. (1981). Tipologías del Hombre Venezolano. Revista: Anthropos – Venezuela, 1 (2), 71-82.

Comentarios

  1. Excelente artículo! Esa mezcla entre indigenas, africanos y Europeos dio origen a lo que somos, desde lo mejor que tenemos para dar como aquellos rasgos que señala el autor no tan favorecedores. Sin embargo, pienso de manera general que el venezolano es una persona que cuando hace y se dedica en hacer algo bien, destaca sobre otros.

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    1. Así es Mariela, nuestra cultura tiene luces y sombras, y nuestra tarea es, desde la educación, desde la investigación, trabajar esas cosas mejorables y potenciar nuestras luces. Gracias por leer y por comentar. Saludos!

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