Política y Educación: Formar Para la Ciudadanía


      ¿Forma la Escuela para la Política, para la Ciudadanía?


Rolando J. Núñez H.
rolandonunez70@hotmail.com

     
Estudios realizados a nivel global y local concluyen que el ciudadano medio que elige presidentes, gobernadores y alcaldes, no solo en el contexto latinoamericano, si no incluso en países, considerados desarrollados, como EEUU, por ejemplo, es del tipo “Homero Simpsom”; es decir, gente bastante mediocre, muy poco informada de lo que ocurre a su alrededor; muy dependiente de lo que la sociedad, representada por el poder (político o económico) pueda hacer de él. La sociedad venezolana, a nuestro modo de ver, no escapa de esta realidad. En épocas electorales, asistimos a la experiencia constante y difundida de que el tema político sea abordado, o vivido, de manera muy acrítica y superficial.
       En Venezuela, por ejemplo, en los últimos años, los politólogos e investigadores del problema sociopolítico han constatado que las propuestas populistas y demagógicas, tienen mucha más popularidad, y posibilidad real de triunfo en las zonas rurales, y mucho menos en las zonas urbanas, más impactadas por el “desarrollo” y la modernidad, en general.
            Pero, aún así, también es común oír a profesionales, o gente a mitad de su formación, pero con un número significativo de años de estudios ya realizados, decir, que no les “gusta” la política. ¿Será el tema político un asunto de “gusto”? Pareciera pues que la manera de habérselas con lo político está bastante condicionada con los gustos, con las emociones y con la desconexión con la realidad (o una determinada realidad) y con la información de lo que ha sucedido y sucede a nuestro alrededor. Si esto lo decimos de quien tiene una cierta formación académica, qué decir del grueso de la población que tiene en su haber una formación escolar y educativa bastante precaria.  Esto nos genera algunas preguntas
¿Nos forma la llamada "educación oficial" para el ejercicio de nuestros derechos políticos y ciudadanos? ¿Por qué cuesta tanto al ciudadano común “decir su palabra” en torno a los problemas que nos hieren en el ámbito público? ¿Por qué la tendencia mayoritaria es a que se elijan a los gobernantes en función de su simpatía y carisma y no en base a sus propuestas y coherencia discursiva? ¿Hay comunión entre el topos cultural venezolano y las formas políticas tradicionales, legadas por la modernidad? ¿Es la misma política y la misma educación la que manejan los lideres y dirigentes y la que comprenden y viven los ciudadanos de a pie? ¿Cómo afecta, en fin, la dimensión sociopolítica de las personas el fracaso escolar y cómo, de vuelta, este fracaso escolar incide en el perfil político y ciudadano de los sujetos y de la sociedad?
          En tiempos en los que la postmodernidad no parece haber levado sus anclas para nada, en donde todo lo que no tenga que ver con lo individual aparenta estar sobrando, la pregunta por lo político, vinculada a lo que la escuela “produce”, o aporta a quien pasa por ella, se descubre perentoria. Para Gastaldi (1994) “La política actual revela un desencanto, un desinterés, una apatía tal que todo lo que entra en la esfera política, o se rechaza con violencia o acaba por tomarse a risa” (p. 33). Y a continuación, el mismo Gastaldi completará, citando a Lipovetsky (1988) que “la política se ha convertido en espectáculo, en farsa, en decadencia burlesca, en representación teatral” (p. 33).


            El arriba descrito ciertamente que es el marco global, que nos afecta, pero no parece ser la única variable, si venimos a nuestro contexto.  En Venezuela, un tema tan crucial como el sociopolítico parece haber estado, históricamente hablando, al margen de las preocupaciones y vivencias, del venezolano común. ¿De dónde viene ese divorcio? ¿A qué obedece esa desvinculación?  ¿Da lo mismo a un ciudadano interesarse o no por lo político? ¿Qué entendemos por político? Una de nuestras sospechas es que el talante postmoderno influye en la percepción que de lo político tiene el venezolano, pero no parece ser el único factor, de ahí nuestro interés en plantearnos el problema puesto que en el acontecer político se juega la vida pública, y también la privada, de los miembros de una sociedad y de una cultura.
Una posible hipótesis de la investigación podría ser el que tanto el tema educativo como las prácticas políticas expresan una cultura, y que las instituciones modernas, llamémoslas oficiales, ha sido producidas en una cultura distinta a la venezolana. Habría que re-pensar las vinculaciones entre la formación educativa y la práctica política del ciudadano en nuestra sociedad venezolana.  La importancia de este "re-pensar" radicaría entonces en que se estaría planteando un problema de “epistemología de la política y de lo educativo”, vinculado a un esfuerzo de comprensión de la “antropología política” del venezolano, que permitiría abrir nuevos enfoques investigativos y  didácticos en el campo de la pedagogía, de la didáctica,  y de la politología, contextualizadas en nuestra realidad venezolana.


            En un momento histórico en el que la escuela, como institución, está tan fuertemente cuestionada, desde dentro y fuera de ella misma, es indispensable preguntarse, y salir a indagar, cuál es su papel, no solo en el adiestramiento del futuro profesional u operario del aparato productivo que engulle toda perspectiva de bienestar, prosperidad o felicidad social, sino además en la formación humana (personal y grupal) de los ciudadanos. Así, si leemos en la Ley Orgánica de Educación venezolana vigente, conseguiremos que en su artículo 15 establece, entre sus fines, el siguiente: “Desarrollar una nueva cultura política fundamentada en la participación protagónica y el fortalecimiento del Poder Popular, en la democratización del saber y en la promoción de la escuela como espacio de formación de ciudadanía y de participación comunitaria, para la reconstrucción del espíritu público en los nuevos republicanos y en las nuevas republicanas con profunda conciencia del deber social”. Pero, ¿realmente desarrolla la escuela venezolana esa “nueva cultura política”? ¿lo hizo la escuela que se sustentaba legalmente en la Ley Orgánica anterior? Es fundamental pues tratar de comprender cuál es la relación entre educación escolarizada y formación política en Venezuela, pues esto nos puede conducir a entender también cómo es la participación efectiva de los ciudadanos y con que herramientas reales cuentan para intervenir en lo público y en los intereses comunes. 


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