META TEORÍA Y EDUCACIÓN: La relevancia Metateórica en Gadamer.


La Importancia de la Metateoría en Gadamer
                                                                                                        Rolando J. Núñez H.
                                                                                                               @Sisifodichoso
           
          En el prólogo a la segunda edición de Verdad y Método (Wahrheit und Methode)[1] Hans Georg Gadamer (1900 – 2002) anuncia: “No era mi intención componer una preceptiva del comprender como intentaba la vieja hermenéutica” (P. 10). Preceptiva tiene que ver con preceptos, esto es, “método”.  Toda la hermenéutica bíblica, y otras, siempre son reglas de la interpretación y las reglas de la comprensión. No se había planteado, hasta Gadamer,  el problema de lo que es la “comprensión”. Luego el autor sigue: Tampoco era mi idea investigar los fundamentos teóricos de las ciencias del espíritu, con el fin de orientar hacia la práctica los conocimientos alcanzados” (P. 10). Se nos revela acá la honestidad científica del autor, pues nos señala que va a centrarse en el estudio científico a fondo, lo cual implica que va a ir más allá de las ciencias empíricas. Nos está señalando, al mismo tiempo, que “científico” quiere decir aquí “conocimiento”, conocimiento sistemático aunque no por ello positivista. Como es evidente, el filósofo está acá incordiando con el positivismo; hay que tener en cuenta que este es un libro de los años 50’. Nos está diciendo que está dentro de la ciencia, pero no dentro del concepto clásico de ciencia positivista o neopositivista.
            Más adelante el autor nos avisará: “Sin embargo mi verdadera intención era y sigue siendo filosófica; no está en cuestión lo que hacemos ni lo que deberíamos hacer, sino lo que ocurre con nosotros por encima de nuestro querer y hacer” (P. 10). Aquí aparece otro elemento importante del planteamiento gadameriano pues aclara que no tiene un compromiso científico en el sentido estricto del término; para él científico implica también lo filosófico, que a fin de cuentas es la ciencia completa. De ahí que aclare: “No está en cuestión lo que hacemos ni lo que debiéramos hacer, sino lo que ocurre con nosotros por encima de nuestro querer y hacer” (P. 10). Está diciéndonos que poner en cuestión lo que hacemos es “científico”, mientras que cuestionar lo que deberíamos hacer sería metodológico, a fin de cuentas epistemológico, pues es clarísimo acá que lo metodológico va a los fundamentos y no puede, ni debe, confundirse con “método” a secas.

            De modo que Gadamer nos está planteando que la pregunta, su pregunta, no es puramente científica ni puramente metodológica, es, más allá, filosófica; se dirige a lo que trasciende el hecho científico y el hecho metodológico, y a lo cual sólo se puede llegar mediante el razonamiento estrictamente racional, filosófico por tanto. Es profundamente claro y sencillo.
            Así, el autor nos va llevando hacia su meta: “(…) parto del hecho de que las ciencias del espíritu históricas, tal como surgen del romanticismo alemán y se impregnan dentro del espíritu de la ciencia moderna, administran una herencia humanista que las señala frente a todos los demás géneros de investigación moderna y las acerca a experiencias extracientíficas de índole muy diversa, en particular a la del arte. Y esto tiene sin duda un correlato en la sociología del conocimiento” (P.11). Entonces, las Ciencias Humanas, la ciencia social, están impregnadas del espíritu de las ciencias, pero se apartan, van más allá y se acercan, no se convierten a experiencias que no son científicas, en el sentido tradicional del término, y se acercan también a la experiencia del arte. El autor nos invita a fijarnos en cómo ubica a las ciencias sociales, dentro de las cuales está la Educación.
            En el fondo, este filósofo alemán nos da una lección que en el ámbito investigativo y educativo venezolano actual se hace urgente. El problema es preguntarse por el sustento y no por lo superficial, por lo humano y no por lo puramente factual. La ciencia, hoy más que nunca, debe exigirse la profundidad de la “comprensión” antes que la simplicidad de la “explicación”, que no es que no haga falta pero se queda corta. El problema no son los recursos, técnicas e instrumentos; la cuestión se ubica en el desentrañamiento de la vida y de la realidad, es decir, en lo “Metateórico”.



[1] Gadamer, H (1977). Verdad y Método I. Fundamentos de una hermenéutica filosófica, Salamanca, Sígueme.

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