LA UPEL EN LA CIENCIA: Filosofía del Lenguaje

            
¿Por qué el lenguaje importa a la filosofía?
Rolando J. Núñez H.


"La filosofía no es sino una gramática",
(Aristóteles)


Hans Georg Gadamer (Marburgo, 1900), es el único sobreviviente de su generación, maestro de la filosofía contemporánea y u_no de los más destacados representantes de la hermenéutica del siglo XX. El pasado 11 de febrero cumplió cien años, una vida dedicada a la reflexión, a la crítica, a la filosofía y, como declarara en entrevista publicada el 7 de febrero pasado en el Corriere della Sera, a los sueños, pues: "No tengo prisa en irme" de este mundo, dijo. La primera pregunta que le formuló el periodista al filósofo fue: "Profesor, ¿qué pasará con la filosofía en el nuevo milenio?". A lo que Gadamer respondió: "... una cosa está clara: La filosofía analítica se está afirmando por doquier: En Alemania, en Italia, en toda Europa. Diría que se trata de una verdadera y efectiva ocupación de las universidades por parte de los filósofos analíticos". ,
Y es que, quien quiera transitar por el mundo de la filosofía en la actualidad, no puede evadir el hecho de que la filosofía, desde principios del siglo XX, ha sido fundamentalmente filosofía analítica, de lenguaje. Más aún, es imposible hablar de epistemología, de filosofía de la ciencia hoy, sin hacer referencia a los problemas planteados por la filosofía del lenguaje. No obstante que la filosofía se ha ocupado, desde sus orígenes, de problemas relativos al lenguaje, es en el siglo XX cuando se ha producido lo que R. Rorty ha llamado el "giro lingüístico", el "cambio de marcha", según Ferrater Mora. Es pues una filosofía que ha hecho del lenguaje, no sólo un objeto de estudio como instrumento o medio de comunicación, sino el medio mismo en que ocurre el "conocimiento", llegándose hasta a identificar lenguaje y conocimiento. De ahí que Ian Hacking, al preguntarse ¿Por qué el lenguaje importa a la filosofía? Diga que en esta época "el conocimiento se ha vuelto oracional".  
La paternidad de este giro paradigmático se atribuye, con sobradas razones, por una parte, al desarrollo de la "lógica matemática", iniciado con los trabajos de G. Frege, que propiciaron la publicación de Principia Mathematica (1913), obra con la que Whitehead  y B. Russell intentan fundar la matemática en la lógica, y por la otra, a la publicación del Curso de Lingüística General, de Ferdinand de Saussurre, base de la lingüística estructural que desarrollan la Escuela de Praga (1929) y el Círculo Lingüístico de Copenhague (1931).
            La tradición filosófica occidental siempre ha tenido muy presente la importancia de las cuestiones lingüísticas. De esto dan cuenta distintos autores y corrientes, desde los griegos hasta hoy. Así sucede, por ejemplo, en el problema de la relación entre las cosas y su nombre, planteada en los inicios de la filosofía, y recogido por Platón en el diálogo Crátilo. Otra muestra la encontramos en la teoría de la "verdad por adecuación", de Aristóteles, quien entendió muy bien que el análisis del lenguaje nos da acceso a los problemas dela razón, del logos. También los medievales emprenden una ardua investigación acerca de la "cuestión de los universales" que se topa luego con el nominalismo, magistralmente novelado por ese gran medievalista que es Umberto Eco, en El nombre de la rosa. Ya en el siglo XVII encontramos también el cuestionamiento "racionalista" de Descartes y la Lógica de Port-Royal, que desarrolla toda una "teoría del conocimiento" que hace de las "ideas" las representaciones de las cosas con la llamada teoría del espejo o del reflejo: Las ideas son el reflejo de la realidad; de esto derivará el "empirismo", por el trabajo sobre todo de John Locke, una primera teoría "semiótica", que plantea que las palabras son los signos de las ideas.
Existe, además, otra tradición surgida básicamente en los siglos XVIII y XIX en Alemania, que ve en el lenguaje una fuente de conocimiento de la realidad y de lo que es el hombre. Este enfoque se fundamenta en los trabajos lingüísticos inspirados en la ilustración y en el romanticismo alemán, para quienes el lenguaje no es un mero producto u obra del hombre sino una energía del espíritu, donde se encarna la "concepción del mundo" propia de una nación. Se da inicio así, no sólo a los estudios de lingüística histórica y comparada, sino además, desde el punto de vista filosófico, al salto de perspectiva según el cual el lenguaje deja de ser un simple objeto (de estudio) y se convierte en un elemento estructurador de lo que es el hombre y a la vez realidad primaria en la que el hombre se halla inmerso y anterior a él, de modo tal que la comprensión que el hombre alcanza del mundo y de sí mismo no puede hacerse sino por medio del lenguaje.
De manera tal que, en los últimos años, desde la filosofía, los estudios se han orientado hacia el problema del "significado", porque éste es el alma de la palabra y, según Frege, el significado común y público con que la humanidad transmite el "tesoro común de pensamientos” de una generación a otra. En esta época, que el ya citado, Ian Hacking llama del "apogeo del significado", hace su aparición una de las formas fundamentales de filosofía del lenguaje actual, la filosofía analítica, conjunto de tendencias diversas que mantienen como caraterística común el punto de vista de que los problemas filosóficos surgen de un mal uso del lenguaje, y que su solución consiste en un proceso de clarificación del significado de los enunciados, recurriendo para ello a métodos de lógica formal, o a los usos de las palabras en el lenguaje común.
El lenguaje se ha convertido en las primeras décadas del siglo XX en uno de los temas fundamentales de estudio de la filosofía, o quizá el principal y dominante, al atribuírsele la capacidad configuradora de lo que es el ser humano o al considerarlo como la forma en que se expresa el conocimiento, identificándolo con el conocimiento mismo y con lo que Popper llama el conocimiento objetivo.
En general, la filosofía del lenguaje toma en consideración tres realidades básicas fundamentales, el lenguaje y el mundo, y su objetivo es clarificar las relaciones que rigen entre ellos. Tres modos de enfocar las diversas cuestiones que suscita este intento de clarificación han dado lugar a tres corrientes fundamentales contemporáneas de filosofía del lenguaje: La de la filosofía analítica, con sus dos vertientes, formalista y del lenguaje ordinario; la de la hermenéutica y la del estructuralismo.



Nota: este texto se publicó el domingo 12 de noviembre del año 2000, en el diario El Siglo de Maracay, en la columna dominical LA UPEL EN LA CIENCIA, que fue el resultado de una alianza estratégica entre el diario El Siglo y la Sub dirección de Extensión de la UPEL – Maracay, y que tenía como finalidad el que los docentes – investigadores de la institución divulgaran los resultados de sus trabajos e investigaciones.


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