Cine y Religión: El Papa Francisco

El Papa Francisco: una lectura secular de un hombre de fe

Rolando J. Núñez H.

            El Jorge Bergoglio que nos muestra Beda Docampo Feijóo es, pudiéramos decir, un hombre de carne y hueso que quema sus naves en un proyecto de vida, en una misión, en la entrega a su fe y a su labor como líder y pastor espiritual. Nos da la impresión de que si en algo se esfuerza este director, y guionista de la película es en presentar una historia alejada de tremendismos, de lisonjas y alabanzas empalagosas, pero también distante de anticlericalismos extremos; más bien, una obra estética que sobriamente va desplegando luces y sombras no solo del personaje principal, el ahora Papa Francisco, sino además del mundo en el que este vive y se mueve: la Iglesia Católica, el mundillo de casas curales, oficinas obispales y catedralicias  y luego los cenáculos de la Curia Romana; todos espacios que revelan luces y sombras.
            La película, que originalmente apareció con el nombre de Francisco: El Padre Jorge (2015), discurre desde un adolescente al que le gustan las muchachas, como a cualquiera de sus amigos, hasta un cura que pese a cargos, títulos y responsabilidades no se separa de la gente, de los pobres, de los sencillos. Sin embargo, para nada el filme es una mera hagiografía pues bucea en los filones escabrosos que no escasean dentro y fuera de la Iglesia; así, los altibajos políticos, sociales e incluso personales van desfilando ante nuestros ojos, mostrándonos que somos hombres y nada humano nos es ajeno. Es esta una película que invita a las preguntas, a la tertulia, al cine – foro y al debate que desmonta y rescata, que interpreta, comprende y aprende.

            Aunque inspirada en el libro de Elisabetta Piqué Francisco, Vida y Revolución, esta película es fruto de un trabajo de investigación, escritura de guión y dirección que Beda Docampo Feijóo realiza con una actitud de cuestionamiento, con un espíritu de descubrimiento y con una óptica de quien se abre a la sorpresa ante un personaje que no sospechaba pues, al indagar sobre Bergoglio, se va consiguiendo con un hombre muy integro, sin dobleces, muy sólido en sus convicciones pero muy sencillo en su vida cotidiana; un hombre culto (al contratar con la biografía que escribe Elisabetta Piqué, descubrimos que es asiduo lector de Jorge Luis Borges, T.S. Eliot y Dostoieski) pero no abigarrado no petulante; con un gran sentido del honor pero no por ello soberbio no pretensioso; un cura que se enfrenta, o burla, a la dictadura militar para salvar y defender a muchos pero que no se embarca en rivalidades ni diatribas personales; un tipo de carne y hueso que se entrega a su vocación y no obstante sigue valorando los pequeños y sanos placeres que nos regala la vida.

El director y guionista argentino confiesa que se topa con un personaje que ofrecía pocas posibilidades a una trama cinematográfica pues no se podían descubrir grandes escándalos en su historia ni exposiciones llamativas ante los medios: un cura muy común. Y sin embargo, logra construir una historia sencilla y al mismo tiempo heroica de un sacerdote que no se engolosina con el poder y el boato que le ofrecen los cargos sino que más bien desgasta las suelas de su zapatos recorriendo villas y ambientes populares y pobres donde la gente vive, sufre, celebra y padece. Si algo aparece poco es su vida como jesuita pero aparece mucho su lucha y opción por los pobres y los marginados. Una historia pues, que le hace justicia a Bergoglio, o Francisco, no deja de hacer críticas a la Iglesia y rescata la dimensión al mismo tiempo humana y divina del Papa actual.

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