Cine y Política: La Hora Oscura de Churchill
Las horas más oscuras de Churchill
Rolando J. Núñez Hernández
“El triunfo no es
definitivo,
el fracaso no es fatal.
Lo que cuenta es el valor
para continuar”
(Sir Winston Churchill)
Los grandes
hombres se crecen en las crisis, en los momentos difíciles. Winston Churchill
probó ser un valiente en un momento en el que todos querían huir, incluido el
rey, rendirse, claudicar. Es esto lo que nos dramatiza magistralmente la
película protagonizada por Gary Oldman y dirigida por Joe Wright: Darkest Hour (2017), por su título en
inglés, traducido al español como Las Horas
Más Oscuras.
El filme
de Joe Wright nos lleva a 1940 y nos sumerge en una Inglaterra que se debate
entre un enemigo que se acerca a pasos agigantados para destruir y someter, por
una parte, y una clase dirigente que quiere renunciar antes de comenzar a
pelear. Así, Churchill tiene que lidiar con las intrigas palaciegas dentro de
su propio partido y, al propio tiempo, asumir el liderazgo de un país que se ve
asediado y bajo la amenaza de una derrota inminente. Ante este panorama, el
viejo aristócrata, amigo de los whiskies antes del desayuno, decide que va a
hacer uso de su verbo encendido, tajante y carismático, para ponerse al frente
de un pueblo que está decidido a “jamás rendirse” ante la bota nacional
socialista de las huestes hitlerianas.
Una mezcla
de hombre de reflexión con animal de acción avanza enérgicamente por pasillos
palaciegos y calles londinenses para, a punta de gritos, arranques de rabia,
jugadas de ajedrecista y mucha emoción, dirigir un barco de guerra que a ratos
parece hundirse y solo dejar restos de un naufragio que traería humillación y
tristeza a su pueblo.
Vale la
pena hacer notar las tomas cerradas y primeros planos que se repiten en la
historia, como recursos para destacar los momentos de mayor tensión y carga
psicológica, en este drama que nos pasea por la historia contemporánea, nos
conecta con otros acontecimientos históricos paralelos o directamente
relacionados, como el así llamado por el propio Churchill “milagro de Dunkerque”
o la figuración de Mussolini en toda la trama de la segunda gran guerra.
Esas “horas
más oscuras” vividas por su protagonista, que bien pudiera ser Churchill o el
propio pueblo inglés, no dicen también hoy, a los que eventualmente pudiéramos vivir
nuestras propias horas más oscuras que la batallas y las guerras por lo que nos
pertenece no se ganan huyendo, escapando, dejando la casa sola, sino más bien,
llenándose de coraje y enfrentando a la bestia que cambia de nombres pero
siempre es despiadada, cobarde y traicionera: esa bestia se puede llamar a
veces fascismo, a veces socialismo y, otras veces, fasciosocialismo; todas sus
vertientes y caretas deberían ser combatidas por los hombres de bien.
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