Servicio Comunitario y Formación Docente

LA “INDUCCIÓN AL SERVICIO COMUNITARIO” COMO ESPACIO DE APROXIMACIÓN A LA FORMACIÓN DEL DOCENTE – UPEL
Rolando Javier Núñez Hernández.

La educación es algo que la mayoría recibe,
que muchos transmiten y
que pocos tienen.
(Karl Kraus).

Entre mayo y junio de 2009 un grupo de profesores adscritos al Componente Docente, de la UPEL – Maracay, aceptó la invitación de la Sub-dirección de Extensión, del instituto, a facilitar el “Curso de inducción” al Servicio Comunitario que los estudiantes de la UPEL deben cumplir como requisito previo para acceder a su título universitario. El equipo se constituyó con diez docentes pertenecientes a las áreas: Sociofilosófica, Metodológica e Investigación. Previamente al trabajo con los estudiantes el equipo se reunió en varias ocasiones para recibir orientaciones de algunos de los pares que ya tenían una amplia experiencia en trabajo en y con comunidades y que, como valor agregado, se habían dedicado a pensar el tema de lo comunitario, y de lo social, desde el plano epistemológico, e incluso antropológico, situados en el mundo – de – vida popular venezolano.
   Así las cosas, la coordinación institucional de la inducción diseñó un cronograma en el que se atendieron 20 grupos distintos de bachilleres que habían cumplido con el pre – requisito de haber aprobado el 85% de los créditos de sus estudios de pregrado en la universidad pedagógica, núcleo Maracay. Según lo establecido en la Ley de Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior (Gaceta Oficial Nº 38.272 del 14 de septiembre de 2005) dicho curso debe tener una duración de 20 horas no imputables a las ciento veinte (120) horas académicas del Servicio Comunitario. Cada grupo asistió a dos sesiones de trabajo cada una de diez (10) horas.
El contenido de la inducción constó de: a) Lectura y análisis de la Ley de Servicio Comunitario y su Reglamento; b) exposición y trabajo de grupo en torno al “Aprendizaje Servicio” (Establecido en el artículo 7 de la ley antes mencionada) y c) abordaje y contacto con las comunidades desde la perspectiva de la “Investigación Convivida” con Historias de vida en el mundo – de – vida popular venezolano, que tienen implicaciones antropológicas, culturales y a fin de cuentas epistémicas[1].
Quizá uno de las primeras tareas en las que el equipo se centró fue precisamente en desmontar la noción de “inducción” como un proceso en donde se va a dirigir, bastante mecánica y acríticamente, a los participantes; nuestra meta era precisamente hacer un camino de acompañamiento con los estudiantes en el cual se pudiera ir presentando el planteamiento legal e institucional de la actividad de Servicio Comunitario, pero al propio tiempo ir desmontando ciertas concepciones y prácticas de trabajo social que se centran en la intervención e imposición de visiones foráneas y externas a la comunidad. Esto implicó un movernos entre las luces que tiene la universidad como centro formador, generador de ideas, topos de debate y las sombras de un pensamiento occidental y moderno que se define así mismo como eminentemente racional, utilitarista y homogeneizador de las diversas realidades que coloniza o que pretende colonizar.
Frente a grupos de entre 35 a 40 estudiantes que van a una actividad llevados básicamente a cumplir un requisito legal (o por lo menos este es el presupuesto del que se parte)  no es extraño que se activen los pre-juicios tanto del estudiante como del facilitador del trabajo. Sin embargo, en nuestro caso la experiencia fue otra; osea, sin negar el aspecto formal y obligante que toda actividad escolarizada conlleva, lo que conseguimos en el intercambio con los alumnos fue una gama amplia de “significados” que se fueron desplegando a lo largo de las dos jornadas de trabajos; esto nos llevó, ya de entrada, a la constatación de que la realidad nunca es simple, siempre es compleja; la lógica binaria de pasar sin más del negro al blanco, o viceversa, en la vivencia, no es tan evidente. Si quisiéramos hacer un balance muy genérico de los resultados de la actividad pudiéramos decir que ésta fue bastante positiva, en lo que tiene que ver con la receptividad que el trabajo de los facilitadores tuvo, por parte de los estudiantes, e incluso por cuanto la actitud de los muchachos fue mucho más activa y de interés de lo que se esperaba. Por paradójico que resulte, los  pequeños tropiezos tuvieron más que ver con la poca colaboración que algunos miembros de la comunidad académica prestaron a la actividad: el tipo de cosas que suelen ocurrir de vez en cuando en las instituciones tales como la pretensión de que hay espacios y áreas que son feudos de un Jefe de Programa o de Unidad; el afán de figuración que no ve con buenos ojos que otros realicen bien una actividad determinada, etc., pero a fin de cuentas, variables que no alteran sustantivamente la ecuación. En todo caso, acá nos interesa más dedicarnos a profundizar, en la medida de lo posible, el pulso que podemos tomar en torno al proceso formativo que han seguido los jóvenes que participan de la actividad en los cinco años de carrera.

Obviamente ese despliegue de significados, del que veíamos hablando, es sumamente amplio y en un artículo no caben todos; por eso el resto de los articulistas en este mismo volumen se han ocupado de diversas temáticas que intentan dar cuenta de esa diversidad. Acá vamos a tratar de pergeñar una cierta comprensión en torno lo que fue apareciendo como expresión del “proceso de formación que los jóvenes participantes de la actividad han vivido en los últimos cuatro (o cinco en algunos casos) en nuestro recinto universitario de la UPEL – Maracay”.
Metódica
 Para lograr el objetivo arriba apuntado nos vamos a servir de los que algunos investigadores llaman “notas crudas” (elegimos la que nos parecen más “significativas” del conjunto, porque se repiten o llevan una carga semántica y/o vivencial fuerte) que los estudiantes hicieron, a petición del facilitador de la “inducción”, como evaluación a la actividad realizada. Nos atendremos a la textualidad tal y como ellos  la plasmaron puesto que editar lo escrito sería violentarlo y nos negaría además la posibilidad de ahondar en aspectos que precisamente son de nuestro interés en este breve estudio. Para efectos metódicos iremos colocando los textos e interpretando de una vez lo escrito en atención a lo arriba señalado como motivo de este texto: revisar y comprender el proceso educativo/formativo por el que ha transitado el estudiante de la UPEL – Maracay a los largo de cinco años y que en los meses de mayo y junio participó en el proceso de inducción al Servicio Comunitario. La pregunta abierta a la que respondieron los estudiantes fue: ¿Qué elementos positivos y mejorables has visto en la actividad de inducción?
Corpus y análisis.

Estudiante A. “Positivo: *Los jóvenes asumen responsabilidades reales. *permite a los estudiantes incorporarse al mundo laboral. *permite un vínculo entre escuela comunidad. Puede mejorar: tener más contenido sobre servicios comunitarios”. Una primera constatación en el texto es el hecho de que hay, por parte del estudiante, mediana comprensión de la pregunta puesto que se la ha interrogó por lo positivo del curso y respondió por lo positivo de realizar la actividad en sí de Servicio Comunitario; sin embargo, al escribir acerca de lo mejorable de la actividad realizada sí es capaz de expresar que, a su parecer, faltan contenidos sobre servicio comunitario.

Estudiante B. “Creo que este curso inductivo está muy bien preparado, se dicta de una forma muy interactiva, dando contenidos que pudieron haber sido muy densos se … (la palabra es ilegible) con mayor aprecio por su didáctica en el aula.
El material por lo general está bien diseñado a excepción del que Hace relacio entre EEUU y Argentina ya que no es una semejanza con los problemas que ocurre en Venezuela a pesar de que son muchos los parámetros en que se piensan similar el concepto no es el mismo.
La importancia de este Inductivo es muy alta Para la Preparación completa de todo el curso que se PresenTaRa como ‘Proyecto comunitario’”.
En primer lugar notamos las evidentes deficiencias de ortografía y sintaxis; esto habla ya de un vacío en la formación académica del estudiante. En segundo lugar se podría destacar que uno de los aspectos discutidos a lo largo de la segunda jornada ha calado puesto que se ha trabajado en torno a la pertinencia de las experiencias y contenidos que se suelen tener a mano sobre el tema del Servicio Comunitario, foráneos casi todos ellos; el estudiante demuestra haber integrado esto a su percepción de las cosas. Un tercer aspecto que sobresale tiene que ver con los elementos que para el estudiante son relevantes: “Lo interactivo de la actividad”, la cuestión didáctica, el diseño del material; es decir, sí algo destaca es el asunto didáctico – metodológico, más que los problemas de fondo, viva expresión de lo recurrente que es en nuestras universidades el tema didáctico y tecnológico como salida a la multiplicidad de problemas que tiene nuestro sistema escolar, descuidando, casi siempre, los problemas esenciales que subyacen.
Estudiante C. “Aspectos positivos. *Gracias a este taller de inducción, nos da una visión de lo que se va a tratar el Servicio Comunitario. *Nos enseña un poco de como debemos tratar a la comunidad. *Ver de verdad cual es el problema que existe en dicha comunidad. Recomendaciones. *Tratar de acomodar un poco los horarios para no vernos afectado. *Que seria bueno que en estos talleres nos dieran a conocer los diferentes proyectos que existen, para poder ir viendo cual es de nuestro interés”. Podemos notar la falla en ortografía, especialmente en acentuación; nos surge de nuevo el cuestionamiento: ¿Cómo ha podido pasar un estudiante por una serie de docentes y cursos arrastrando estas fallas y conservándolas? ¿Falla estructural? Sí se repite con tanta frecuencia todo parece indicar que sí, que es un problema ha ido haciendo metástasis en el organismo vivo que es nuestra escuela, y más allá, nuestra sociedad. Por otro lado, se nota, no obstante, que el participante ha captado la visión y pretensión del equipo de facilitadores de desmontar la manera como tradicionalmente se aborda el trabajo social y comunitario.
Estudiante D. “Elementos positivos y mejorables del curso de inducción al Servicio Comunitario. Elementos positivos. – El curso se realizo de manera dinámica. – El profesor que dicto el curso fue bien explicito en cada tema. – Se habilito un aula en buenas condiciones para recibir el taller. – el grupo participo de manera amena. – El horario en el que se dicto el curso fue accesible. Elementos mejorables. – seria bueno que el material entregado para el curso fuese realizado de una manera más dinámica, ya que no todos los docentes lo hicieron de esta forma”. Además de la casi total ausencia de colocación de tildes, en el texto, elemento que resalta también en los arriba presentados, destaca el hecho de que para el alumno sea una novedad el que se le faciliten aspectos tan elementales como un salón adecuado, un horario cómodo y una clase que califica de “dinámica”; ¿no son estos aspectos que debieran formar parte de su rutina académica? ¿Por qué le llaman tanto la atención?
 Es claro que los textos citados nos se explican y comprender por sí solos; son parte de un contexto y de una globalidad, y nuestra, llamémosla pre-historia (es decir, lo previo a esta experiencia acá narrada y a los textos producidos por los estudiantes que acá presentamos) nos dice que lo que, en la práctica en nuestros espacios universitarios se vuelve rutina son salones en muy mal estado, clases sin preparar y contenidos poco atractivos; esto, habida cuenta de que siempre hay honrosas excepciones, se vuelve el pan de cada día.
Estudiante E. “La inducción recibida fue a mí parecer muy valiosa y enriquecedora ya que más allá de conocer los requisitos de esta, te ayuda a conocer todos los aspectos relacionados con la comunidad y de cómo abordarla para interactuar con ellas al Desarrollar dicho proyecto. Un aspecto que mejorar sería lo rápido del taller ya que hizo que se nos modificara de un momento a otro nuestras actividades”. Además de la fallas de ortografía, ya señaladas en las anteriores muestras, aparece además, en este mismo orden de ideas las fallas de acentuación, falla que aunque presente en algunos de los anteriores textos, no habíamos destacado. Al mismo tiempo el estudiante expresa lo significativo que para él es la visión que se le ha presentado de la comunidad; esto nos tiene necesariamente que remitir a la pregunta por la pertinencia y los énfasis que nuestra universidad pone en los distintos saberes que maneja; por lo general se ofrecen a los estudiantes una serie de cursos diseñados desde un conocimiento ya previamente elaborado en realidades distintas a las nuestras; en el mejor de los casos estos conocimientos son “transmitidos” muy acríticamente a la población estudiantil, difícilmente son motivo para la discusión y formulación de planteamientos o re – planteamientos nuevos; si a esto se suma el que los estudiantes que recibimos en nuestras aulas universitarias vienen ayunos de la información, y/o formación mínima, para encarar el quehacer universitario como producción de conocimientos, más que como pura re – producción. El resultado de tan negro escenario no podrá ser otro que un egresado con las deficiencias que aquí podemos constatar sin mayores dificultades y sin hacer un análisis tan profundo.


Estudiante F. “Para el curso de inducción me parecío que el docente aplico buenas estrategias para explicar y desenvolver las limitaciones del docente. Algunos aspectos negativos. – Falta de tiempo. – material. – Comenzar a tiempo de la carrera. Pero en sí fue interesante el taller”. Además de las deficiencias de forma sobre las cuales ya hemos insistido arriba, se nota en este texto una falla grave en cuanto a las competencias comunicativas; el mensaje o idea que el alumno trata de expresar es confuso e incoherente; si estamos hablando de una persona que está a punto de egresar como docente, es obvio que tenemos acá un problema pues él, sea cual sea su especialidad, tendrá que ser ante todo un comunicador, y si se maneja lingüísticamente en estos términos su mensaje obviamente será deficiente o nulo.
Estudiante G. “Aspecto negativo. A clarar los posibles basio de los artículos de las leyes. No es necesario tantas horas de curso. Facilitar mas material. Aspectos positivo. Fue dinamico. Me va a servir para integrarme mas con mi comunidad. Es importante para formación docente”.
Así, transcrito tal cual, a excepción de los “puntos y seguidos”, que son nuestros, este último texto es elocuente con respecto a lo que venimos señalando en las muestras anteriores. Un último aspecto que habría que señalar de este amago de corpus es la gran dificultad que tienen nuestros estudiantes para argumentar, para sustentar sus afirmaciones; si algo caracteriza todas las muestras arriba presentadas es su carácter escueto; aspecto que llama poderosamente la atención pues el venezolano tiende a ser, en la cotidianidad del lenguaje oral bastante elocuente, y en muchos casos reiterativo, excesivamente explicativo y en los extremos hasta verborreico.  
A manera de conclusión
Todo esto indica pues que la escuela (desde la Educación inicial hasta el nivel universitario) sigue fallando en aspectos tan fundamentales como la expresión, tanto la escrita como la oral (pues hablar mucho no necesariamente es sinónimo de hacerlo efectiva y adecuadamente), la interpretación y comprensión de la realidad, la contrastación de la teoría con la realidad, etc. Es común ver en las aulas de clases universitarias y oír, por experiencia de otros colegas, la tristísima realidad de que nuestros estudiantes, los del primer semestre pero también los del décimo, no comprender los textos académicos que deben leer para muchas asignaturas a cursar. No hablemos de la expresión escrita de las ideas y de su visión de realidad. Se vuelve un verdadero parto exigir a los estudiantes que escriban, por ejemplo, un ensayo de tan sólo tres cuartillas sobre un tema discutido en clase, lo planteado por un autor o simplemente lo visto en una película; los estudiantes por norma general sufren mucho para poder realizar esta llamémosla tarea; muchos de ellos recurren al “corte y pega” tan de moda hoy; otros buscan a alguien que les haga el trabajo; otros simplemente se buscan a otros profesor que les facilite las cosas y nos exija nada. Mientras la universidad, como institución, no vea a la cara esta triste realidad y la enfrente, seguirán egresando estudiantes, con muy buena disposición quizá, pero con grandes vacíos en su formación para desempeñar su trabajo en la escuela, en la comunidad, en el seno de la familia y en la sociedad en general.

Las opciones hechas por quienes queremos situarnos en la realidad venezolana “real”, no “virtual”, nos llevan a la convicción de que el problema de la calidad y pertinencia de la educación en Venezuela no es un problema de individualidades, de estrategias o de mobiliario; estos aspectos por supuesto que no dejan de ser importantes, pero los problemas de fondo son estructurales, como hemos señalado y se resuelven diseñando políticas educativas que consideren el aspecto institucional pero también el cultural; que atienda la forma y el fondo. No es, evidentemente, tampoco la salida ideológica, como se ha pretendido últimamente; no es filtrando a través de la cortapisa de una ideología, por demás ajena y fracasada, como se van a resolver estos problemas que hemos apenas rozado acá.  Parece urgente pues, plantearse con seriedad la pregunta: ¿qué está haciendo en las aulas venezolanas el maestro? ¿Qué está enseñando? ¿Cómo está enseñando y cómo debería hacerlo? ¿Por qué muchos de nuestros egresados salen de nuestra universidad con las mismas fallas con las que entraron? Es como para ponerse a pensar y muy en serio además… ahora, ¿tendremos disponibilidad, ganas para ello?   
Un planteamiento serio que debería hacerse el Estado venezolano tendría que ser la realidad de que un universitario que egresa con deficiencias en sus competencias profesionales mal puede “servir” idóneamente a la comunidad; de manera tal que antes de estar decretando el “servicio comunitario”, como si eso fuera así de simple, el gobierno que administra las instituciones debe revisar cuál es la inversión que está haciendo en educación; qué políticas educativas orgánicas está desarrollando; cuál es la calidad de la educación y de los egresados de los diversos subsistemas y qué correctivos reales y ponderados tendría que aplicar.  
Este texto fue publicado en la revista arbitrada “Pensar, Crear, Resistir. Textos para Una – Otra Crítica de la Educación” (Maracay, Año I, Número 2, Mayo – Agosto 2009) de la Subdirección de Extensión de la UPEL – Maracay.          



[1] Para este abordaje nos valimos de los aportes hechos por el resultado de las investigaciones que en los últimos 25 años ha desarrollado el Centro de Investigaciones Populares (CIP), fundado y dirigido por el Dr. Alejandro Moreno Olmedo. Dichas investigaciones tienen la particularidad de que, sin desdeñar la producción intelectual de los autores ya clásicos  y consagrados, se ha ocupado de hacer una revisión metodológica y epistemológica y se ha empeñado además en generar otra manera de producir conocimiento científico, tomando como elemento fundamental la sociedad y cultura venezolana. Se puede consultar el resultado de estas investigaciones en obras tales como: El Aro y la trama. Episteme, modernidad y pueblo, de A. Moreno; Y salimos a matar gente, de Moreno y otros; Historia de vida de Felicia, de Moreno y otros; Historia de vida de Pedro, de Moreno y otros; La revista Heterotopía, órgano de divulgación del trabajo realizado por el Centro (de publicación cuatrimestral y que ya lleva 48 números publicados de manera ininterrumpida), entre otras obras menores.

Comentarios

  1. El Aprendizaje en Servicio debe ser revalorado en nuestra universidad. Urge la comprensión de este desde lo pedagógico, lo social y lo ético. Se requiere el replantearnos la metodología y el discurso.

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    1. Así es, Anaid! El Servicio Comunitario no puede ser solo un requisito legal ni un trámite meramente administrativo; debe recuperar su carácter pedagógico, formativo. Gracias por tu lectura y comentario.

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