La Caída del Muro...

Los Muros que Quedan, Las Violencias que Persisten: la Caída del Muro de Berlín, 25 años después
Rolando J. Núñez H.

“Ese tipo que va al club de golf,/ Si lo hubieras visto ayer,
Dando gritos de ‘yankie go home´/Coreando slogans de Fidel.
Hoy tiene un adoquín /En su despacho
Del muro de Berlín”(Joaquín Sabina/1990).

Para el escritor Fernando Mires, el muro de marras no solo dividió a una nación en dos, sino que fue, ante todo, la expresión concreta, en lo geográfico y en lo mental, de la división de Europa, e incluso, más allá, del mundo, por espacio de más de cuarenta años. Llevando las cosas al extremo, se podría decir, además, que aquella oprobiosa pared fue, para el analista chileno, “la lógica bipolar en acción”. Así durante décadas, el mundo se compartió entre capitalistas y comunistas, entre progres y conservadores. ¿Fue realmente así? ¿Y qué queda de eso 25 años después?
            La periodista y escritora Lola Huete Machado sostiene que “si la arquitectura de un lugar retrata su historia, el costurón urbano que dejó el Muro de Berlín al levantarse (1961) y caer (1989) es la fotografía de una de las grandes heridas de nuestro tiempo”. La ideología dividió  familias, cultura y vivencias. La conducción política levantó una muralla donde no existía porque la construcción de una “revolución” no caló, no convenció, entonces hubo que levantar fronteras de concreto que represaran las decisiones, la posibilidad de optar, de tomar decisiones.
Continúa Huete Machado diciendo: “Mucho de aquella cicatriz se ha reparado ya en estos 25 años transcurridos, con una planificación y una pasión constructora admirable que ha convertido la ciudad en una, al fin, única y cuasi compacta”. Acontecimiento este que nos anuncia que sí es posible levantarse tras los embates de regímenes que se empeñan en crear divisiones, someter a los hombres y cultivar el terror y la sospecha. No obstante, concluye esta luchadora social: “Pero hay huecos, físicos o no tanto, que aún perduran o remiten a todo lo terrible que el siglo XX hizo con la, entonces y ahora, capital alemana”.
            Pero, ¿qué fue lo que contuvo, presenció y escondió ese muro? Según Fernando Mires, fueron varios aspectos, a saber: a) una supuesta lucha antifascista en una época en la que ya el fascismo había desaparecido, con lo cual se justificó la perpetuación en el poder de una Nomenklatura comunista (o socialista) que necesitaba, y necesita, un enemigo, real o imaginario, para auto justificarse; la identificación del gobierno con el estado y este con la nación, haciendo así creer que el gobierno era el pueblo y poniendo a la población al servicio incondicional de una casta política que, de otra manera, no tenía razón de ser y c) una disidencia, u “oposición”, que para poder existir, y ser tolerada, tenía que ser colaboradora con el poder establecido por los comunistas.
Mires es del parecer de que el muro cayó, ante todo, porque el pueblo alemán sometido bajo las mieles de la revolución y el socialismo, en algún momento decidió salir a protestar, exigiendo libertades y reivindicaciones, y, en ese proceso, no solo hizo colapsar a aquella clase gobernante, y ya decadente, sino que además superó y dejó atrás a una oposición que, sin entender los cambios y los signos de los tiempos, seguía pidiendo, cándidamente, un “socialismo reformado”.  Cuando la gente de a pie decidió echar a los jerarcas socialistas, “Al fin, dice Fernando Mires, en esa sociedad amurallada, triunfaba la política, en su verdadera expresión”.
Ciertamente que la edificación de aquel muro, y lo que ocultaba, significó una violencia ejercida institucional y sistemáticamente sobre una población que no tenía interés en una utopía que ofrecía paraíso y entregaba purgatorios e infiernos. A 25 años de la caída de aquellos adoquines, en muchas partes del mundo seguimos padeciendo muros que se traducen en odios entre connacionales, inseguridad y proliferación de delincuencia patrocinados por estados – gobiernos que han pactado con lo peor de la sociedad para mantenerse en el poder a base de terror y de caos. Más de dos décadas después aún persisten los muros para-legales que usan los “sistemas de justicia” para perseguir, estigmatizar y acorralar a la disidencia.
Esos violentos muros se expresan en la actualidad en la machacona insistencia en convertir en intereses partidistas, y de grupos, lo que en propiedad son derechos de todos y cada uno de los ciudadanos.
Mientras en una sociedad haya presos por pensar distinto, no haya libertad de prensa, y de medios, para darle fluidez a los debates sociales; en tanto y en cuanto la educación, la salud y los servicios fundamentales, estén supeditados a lo ideológico, a los intereses económicos y de poder de unos pocos, mientras todo eso ocurra, los muros que se erigen con oprobiosa violencia seguirán aplastándonos con pasmosa crueldad y con escandalosa impunidad.



ESTE TEXTO FUE PRESENTADO COMO PONENCIA EN EL FORO "A 25 AÑOS DE LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN: ¿OTRO MUNDO ES POSIBLE? .ORGANIZADO POR EL CENTRO DE INVESTIGACIONES CONTEMPORÁNEAS (CINCO). UPEL-MARACAY. 2014

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