23 de Enero de 1958: El Nacimiento de la Democracia Venezolana

La Democracia y La Política Como Reto, Hoy en Venezuela
Rolando J. Núñez H.
“La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.” (George Orwell).
Quisiera comenzar haciendo referencia a la figura, y a su último libro, de Slavoj Zizek. Un filósofo distinto; provocador, brillante. Exponente del psicoanálisis y de la cultura popular. Figura señera de la filosofía actual, que levanta pasiones allá donde va. En su última obra, aparecida en diciembre pasado, Zizek sostiene que un “acontecimiento” es algo perturbador; que pasa de repente e interrumpe el curso normal de las cosas; el acontecimiento, dice Zizek, surge de la nada y obliga a reconfigurar el presente; es como una aparición, que no puede ser creado y que da sentido a nuestra vida. Para el esloveno, ningún acontecimiento es más determinante que el del amor, que a su juicio, es lo que equilibra el universo, y también el acontecimiento de la filosofía, que tiene el deber de reinventar el futuro y la esperanza continuamente.
Zizek, con sus libros, ha generado un cataclismo en el mundo académico, porque va directo, no rehúye el combate contra nadie y crítica a unos y otros. Así ha devenido el filósofo más mediático del momento, y leerle es un “acontecimiento” para nuestro pensamiento. Quizá por eso la revista Foreing Policy lo ha considerado entre los cien pensadores globales de occidente.
Acontecimiento (2014), como se titula la obra del autor a la que estamos haciendo referencia, es el resultado de unas preguntas y tiene como fin el responderlas. Por ejemplo, cómo puede la filosofía ayudarnos a saber qué es un acontecimiento, cuáles son los acontecimientos que han cambiado el curso de la historia.




Para Zizek son claves tres acontecimientos, en la historia de occidente: la primera democracia griega, la cristiandad y la Revolución Francesa; e ilustra este planteamiento con su particular voluntad de poner el dedo en la llaga. Como es habitual en él, vuelve aquí a juntar conceptos académicos con términos de uso común. Por eso ilustra con obras conocidas y asequibles. Encontramos párrafos de Louis-Ferdinand Céline (Autor de Viaje al Final de la Noche), declaraciones de Donald Rumsfeld (ex Secretario de Defensa de Gerard Ford y George W. Bush), poemas de Yeats, citas de Shakespeare; las películas Melancolía (2011), de Lars von Trier, o Solaris (1972), de Tarskovsky, que, fusionados con sus tres referentes de cabecera, que son Platón, Descartes y Hegel, le sirven para argumentar, para redefinir, este término, este acontecimiento. Es particularmente interesante como reconfigura el concepto platónico del amor, a partir de un texto del autor inglés Neil Gaiman.
Zizek, hace fluir su reflexión a partir de lo que pasa en la calle, no desde la teoría, que es como se acostumbra hacer. ¿Qué es esa aparición que nos quita la paz, interna y externa?
            A partir del autor arriba mencionado, quisiera preguntarme pues, cuál es el acontecimiento político que nos marca a los venezolanos en este momento; ¿qué es lo que nos perturba? ¿Qué es aquello que pasa de repente y cambia el curso de las cosas en nuestra sociedad venezolana de hoy? ¿Qué fue lo que surgió de la nada y nos obliga, hoy por hoy, a reconfigurar? ¿Ha cambiado el sentido de la vida del venezolano en los últimos quince años? ¿Realmente surgió de la nada el acontecimiento que le dio un giro a nuestra polis cultural y social?
            Nos perturba la inexistencia de seguridad personal y jurídica; nos perturba no conseguir productos básicos para la subsistencia; nos perturba que nos digan que la cola que tengo que hacer durante horas no existe o es ficticia; nos perturba que haya gente que nos diga que ya no quiere hablar de política cuando no le conviene, pero que hasta hace poco decía que aquí el problema era político. Nos perturba que el venezolano permanezca como inerte ante lo que acontece, ante los dineros públicos mal administrados, ante la corrupción impune y en continuo avance, ante el abuso de poder y la pérdida de sentido de lo político y lo democrático.
            Este “acontecimiento” que nos ha sacado de cierta “normalidad”, necesariamente nos exige que nos pongamos a pensar qué podemos aportar desde nuestro diario hacer, desde nuestro vivirnos como maestros.
            Como docentes, no podemos dejar de pasearnos por la educación que tenemos y hemos tenido, pues es lo que en ella ha ocurrido, y ocurre, lo que en buena medida, explica la sociedad y las instituciones que tenemos; la tragicomedia en la que estamos sumergidos.
            ¿Cómo puede una escuela, y cuando digo escuela digo universidad, formar para lo político y para lo democrático si su práctica cotidiana discurre en otro sentido?
            Son muchas las propuestas que aparecieron a lo largo del siglo XX para repensar la educación que hemos tenido y tenemos. Enmanuel Levinas, por ejemplo, habla de la noción de “otredad”. ¿Puede una escuela, que no ve en otros sino mismidad, educar para la democracia, para la participación, para el equilibrio entre deberes y derechos? Paulo Freire, mal leído pero profusamente citado, destacó la necesidad de educar desde el “diálogo” y la relación. Contemporáneamente Matthew Lipman desarrolló todo un programa que denominó “Filosofía para Niños” y que persigue cultivar a nuestros estudiantes, desde la ahora llamada Educación Inicial, en la relevancia de la confrontación de ideas, del debate, del disenso.


            Los totalitarismos, los proyectos de vocación autoritaria, los regímenes mafiosos se enquistan en el poder cuando consiguen el ambiente propicio, es decir, cuando consiguen una sociedad que no ha contado en su formación escolar, y extraescolar, con las herramientas que le permitan protegerse frente a pretensiones dictatoriales y atrasadas, como las que nos ha tocado vivir en los últimos tiempos. Y es aquí donde la redefinición de Zizek acerca del amor cobra vigencia. No es de un amor romanticón o puramente carnal del que aquí se habla, es un amor que implica optar por nuestros estudiantes, por nuestra sociedad y por construir algo mejor de lo que tenemos. Esto no se logra huyendo, evadiendo, mirando para otro lado. Se logra, ante todo, cuando decido por ese “otro” del que habla Levinas, que es el sujeto pero es también la sociedad, el pueblo, la cultura venezolana, con sus luces y sus sombras. 


Este texto fue presentado como ponencia en foro el 22 de enero de 2015, en la UPEL – Maracay, en el foro organizado por el Centro de Investigaciones Contemporáneas (CINCO), con motivo de celebrarse el 23 de enero de 1958,  fecha en la que Venezuela asistió a la caída de la Dictadura de Marcos Pérez Jiménez. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Mi Padre El Inmigrante, Un Poema a la Vida, a la Existencia

¿Cómo escribir ensayos?

Pensamiento Filosófico y Pedagógico: David Hume