Modelos Educativos: Fines de la Educación
¿FINES DE LA EDUCACIÓN?
Rolando J. Núñez
H.
@Sisifodichoso
"Un
país, por ejemplo, es una idea abstracta: por consiguiente falsa"
Jorge
Luis Borges
RESUMEN:
En el siguiente artículo
se quiere, en primer lugar, ensayar un análisis crítico de los supuestos
filosóficos que fundamentan la noción de "desarrollo" presente en los
fines de la educación propuestos por el artículo ochenta (80) de la Constitución,
por el artículo tres (3) de la Ley Orgánica de Educación y por el artículo seis
(6) del Reglamento a esta ley. En un segundo momento trataremos el problema de
la universalidad de esos fines educativos frente a la concretez del mundo-de-vida
hacia el que los primeros van dirigidos.
PALABRAS CLAVES: Fines
Educativos, Desarrollo, Positivismo, Modernidad, Paradigma, Pueblo Venezolano,
Concretez, Mundo-de-Vida.
ABSTRACT
I wish in the following
article, in first site, try an critical analysis of philosophical supposeds
that found notion of "development" present in education's finalities
proposal by article eighty (80) of Constitution, by article three (3) of Organic
Law of Education and article six (6) of Regulation by-law. En second moment, I
will treat problem of universality of this educational finalities in front of
concrete of world-of-life to its first go direct.
KEY WORDS: educational
finalities, development, Positivism, Modernity, Paradigm, venezuela n town,
concrete, world of tife.
¿MODELO PARA LA TRANSFORMACIÓN
O PARA LA SUMISIÓN?
¿Es
el acto educativo un mero dar lecciones o impartir conocimientos? Todo quehacer
educativo tiene una intencionalidad, unas metas, unos fines bien definidos que
orientan la praxis pedagógica de todo docente, de toda institución educativa y
de todo Estado que se proponga desarrollar políticas educativas de cualquier
índole.
Lo
anteriormente expuesto ha sido la convicción que ha orientado por mucho tiempo
la reflexión de los filósofos de la educación en prácticamente todo el ámbito
occidental. Como es lógico, las políticas educativas desarrolladas por los
países latinoamericanos han partido de este supuesto y al elaborar leyes,
constituciones, reglamentos, etc., han intentado también esbozar, por lo menos,
los fines de la educación por ellos vislumbrada.
"La
educación" venezolana también se ha orientado por esos mismos derroteros.
Así, el texto constitucional vigente, en su artículo 80, se refiere a los fines
de la educación venezolana, y al tipo de sociedad que pretende conformar, en
los siguientes términos:
"La
educación tiene como finalidad el pleno desarrollo de la personalidad, la
formación de ciudadanos aptos para la vida y para el ejercicio de la
democracia, el fomento de la cultura y el desarrollo del espíritu de
solidaridad humana. El Estado orientará y organizará el sistema educativo para
lograr el cumplimiento de los fines aquí señalados"1
Luego,
el Artículo 3 de la Ley Orgánica de Educación reza:
"La
educación tiene como finalidad fundamental el pleno desarrollo de la
personalidad y el logro de un hombre sano, culto, crítico y apto para convivir
en una sociedad democrática, justa y libre, basada en la familia como célula
fundamental y en la valorización del trabajo; capaz de participar activa, consciente
y solidariamente en los procesos de transformación social; consustanciado con
los valores de la identidad nacional y con la comprensión, la tolerancia, la convivencia
y las actitudes que favorezcan el fortalecimiento de la paz entre las naciones
y los vínculos de integración y solidaridad latinoamericana." (p. 3)
Finalmente,
el Artículo 6 del Reglamento de la Ley Orgánica de Educación dice:
"La
finalidad de la educación establecida en el artículo 3° de la Ley Orgánica de
Educación y la que ésta le asigna a cada nivel y modalidad del sistema
educativo, deberán alcanzarse a través de los planes y programas de estudio y
demás elementos del curriculum y mediante la utilización de programas abiertos
de aprendizaje, de los medios de comunicación social y de otros recursos
destinados a contribuir al desarrollo integral del individuo y de la comunidad,
los cuales se elaborarán y aplicarán conforme a las regulaciones del ordenamiento
jurídico en materia educativo." (p. 2)
Aunque
habría que hacer todo un trabajo de análisis hermenéutico y desmontaje de
nociones tales como "personalidad", "ciudadanía", “democracia", "identidad
nacional" etc., conceptos estos que responden todos una determinada
realidad histórica y que han sido producidos bajo unos determinados intereses y
que luego se han querido aplicar como válidos para las culturas, no obstante
nos vamos a detener en uno de ellos solamente: "desarrollo". Si
hacemos un análisis superficial de los tres textos citados, lo primero que
llama nuestra atención es el énfasis que todos ellos hacen en la noción de
"desarrollo". Es por nosotros bien sabido que prácticamente toda la
historia latinoamericana oficial, y por inclusión la historia del pueblo, ha
querido ser motorizada teniendo como premisa y al mismo tiempo como meta, el
concepto de desarrollo. Esta abstracción ha inspirado proyectos y políticas de
todos los calibres y a todos los niveles: lo socia1, lo cultural, la salud, lo
empresarial y lo educativo; absolutamente todo ha querido ser visto desde esta
óptica desarrollista. Sólo que después de varias décadas de ensayar este
modelo, a un costo humano bien alto por cierto, se ha comprobado, aunque no
todos estemos convencidos, de que esto no nos lleva sino a la miseria de las
mayorías, al desarraigo cultural y a la imposición de soluciones que han sido
pensadas y generadas desde otros ámbitos completamente distintos al nuestro.
Así, comprobamos que los zapatos llamados "desarrollo" no nos ha servido,
no nos sirven y nunca nos servirán, porque sencillamente no responden a las
necesidades del pueblo latinoamericano, y menos aún del venezolano. "Si
las ideologías hay que medirlas por sus resultados, el gran fraude de nuestro
tiempo ha sido el que ofrecido las llamadas ideologías del desarrollo”2
Pero,
¿de dónde surge esa idea? ¿Qué concepción de mundo sacrifica a millones de seres
humanos en nombre del desarrollo? La filosofía que anima esta forma de ver el
mundo, que no es otra que el positivismo, dice que la historia evoluciona por
estadios, todo pueblo, según esto, debe pasar por unas etapas que son
ineludibles, necesarias; es decir, que no existe manera de evadir esos
estadios. Se supone que los llamados países del primer mundo ya superado esas
fases y que los pueblos "tercermundistas" están todavía por
superarlos. Esas fases no son otras que las propuestas por A. Comte (1798-1857).
Según esto un primer estadio sería el teológico o mítico, en donde se dan explicaciones
“ingenuas” de los fenómenos naturales; aquí suelen ser ubicados los países
latinoamericanos. Un segundo momento sería el metafísico, donde las explicaciones
son esencialmente filosóficas; según Comte también este sería un estado
insuficiente. Finalmente estaría la fase científica o positiva, plenitud de la
humanidad; se supone que a ese último estadio han llegado los países llamados
"desarrollados"3
La
pregunta que surge como inevitable es ¿pero quién ha establecido estas
categorías? ¿Quién ha hecho esta clasificaci6n y "organización" del
mundo en desarrollados y subdesarrollados? Es claro que esta forma de entender
la realidad ha sido construida por los países que se han llamado a sí mismos
desarrollados y se han auto asignado el primer puesto en el "orden
mundial".
El
problema es que este artificio nos ha sido presentado, no como algo hecho por
determinados grupos con intereses claros de que la realidad sea percibida de
esta manera, sino como una verdad absoluta e irrefutable. De manera que esta
forma de ver el mundo, incluso nuestro mundo concreto, en el cual nos
desenvolvemos, ha pasado a ser una estructura mental casi imposible de romper;
ha pasado a ser un paradigma4.
Todos
los pueblos, a lo largo de la historia, se han trazado unas determinadas metas
o fines educativos. Ordinariamente estos fines educativos han sido motivados, o
por el modelo de hombre que esos grupos humanos se han planteado (problema
antropológico), o por las necesidades vitales que ellos han tenido. Así, el fin
primordial de la educación espartana es la formación del hombre guerrero,
mientras que en Atenas el ideal de educación se concreta en la kalokagathia, es decir, la bondad unida
a la belleza. "De este concepto nace la importancia que en educación se da
a la armonía, no sólo en lo arquitectónico y escu1tórico, sino también en la
música y en el bien decir. La armonía será una de las causas que estructuren el
sistema educativo griego"5. Para el pueblo romano por su parte,
sobre todo en los primeros siglos, el fin último de la educación es el contacto
con virtudes familiares; en los últimos siglos del imperio se caerá en lo informativo,
esto es consecuencia del ocaso romano. Luego vamos a encontrar en la Feudo Aristocracia
que la perfección cristiana constituye el objetivo general de la educación; es
decir la finalidad suprema la constituye el sentido ético-religioso de la vida,
distinto al clásico, en el que domina el afán de saber.
Al
hacer un análisis detenido de estos fines, nos encontramos con que en buena parte
de los casos, tales metas educativas no surgen del pueblo propiamente sino de
los intereses y necesidades de sus élites dirigentes. Este sido el caso
concreto en Latinoamérica y en Venezuela. Esos fines educativos arriba
señalados no ha surgido de las necesidades del pueblo venezolano, sino de los
grupos con poder de decisión. Todo esto bajo el supuesto de que la educación es
instrumento civilizatorio y transmisor de la verdad poseída por aquellos que
han alcanzado primero que nosotros el estadio científico o positivo del que
habla Comte. "La educación planteada como acción civilizadora supone la
adopción de los valores y saberes de la cultura civilizada – para este caso cultura de la Sociedad Industrial –
como el deber ser ineludible y necesario"6
Esta
forma de entender el conocimiento, de entender el mundo y de entender la
educación no puede surgir sino de un modo de conocer que no acepta sino sus
propias condiciones y que sólo se reconoce como existente a mismo; es decir, no
existe sino un único "mundo-de-vida?"7, que no es sino el
mundo-de-vida de la modernidad, que es el que se ha impuesto, dominado y ha
dicho qué es válido y qué no lo es, qué es educación y qué no lo es, cuáles son
las metas de esa educación y cuáles no lo son. Pero esto sólo lo puede
“comprender”, claro, el que es capaz de ir más allá de lo que simplemente “se
me aparece” como obvio, como evidente:
"El pensamiento de América
está definitivamente escindido. Dos
terrenos, dos topías, generan dos pensamientos que tampoco parecer poder encontrarse. Uno de ellos,
sin embargo, el de afuera, dominará a lo largo de toda la historia y llegará a
nuestros días como el único legítimo, racional y, en los últimos tiempos,
científico. Los españoles se lo entregarán a los criollos y éstos a su
descendencia cultural contemporánea, que lo declara americano porque está
producido por americanos, nacidos en este suelo. El otro, después de sus primeros fogonazos
con los que retó al pensamiento exterior, fue vencido, dominado y excluido.
Reapareció esporádicamente a lo largo del tiempo, pero hoy se puede decir que
para él sólo queda el terreno, la topía de todo un mundo-de-vida en el que las
reglas de formación, la sintaxis, permanecen vivas en espera del discurso. Los
indios dejaron de ser indios, por lo menos en Venezuela, (con la excepción de
algunas etnias testimonio) y su lugar es ocupado por el pueblo, el mundo de los
excluidos, dominados y empobrecidos"8
Ese
otro mundo-de-vida, que es el pueblo venezolano, nos exige replantearnos cuáles
son los objetivos de una educación realmente “popular”, una educación que en
lugar de dirigir todos sus esfuerzos hacia el desarraigo e invasión cultural se
empeñe en producir un conocimiento que responda a la concretez de un grupo
humano cuya “practicación” primera es la relación, no la producción, no lo
racional, y que lo que menos quiere es la transformación a ultranza, que es una
de las banderas más agitadas de los "modernizadores de la educación".
No son pues los objetivos impuestos desde el Estado, ideales, muy bien
presentados, que ponen como meta el "desarrollo de la sociedad" (otra
abstracción sin referencias concretas en la realidad), de la nación, que en el
fondo no son sino las metas de un grupo reducido, que nada tiene que ver con
los intereses de la mayoría.
Pero
este replanteamiento sólo se puede dar desde la vivencia, desde la convivencia
con el mundo-de-vida popular. Es claro que la escuela tal como concebida y
orientada en la actualidad no puede acceder a esta exigencia puesto que el
docente es un funcionario “ajeno” a la vivencia y al mundo de la gente con la
que se relaciona en la escuela, la que ha sido calificada como destinataria de
su "labor docente"; en este contexto los docentes sólo se preocupan
de cómo aplicar el R.P. (Rasgos personales) y R.E. (Rasgos Específicos), cómo
hacer para que las estrategias de evaluación sean más eficaces y mantengan la
disciplina; que la disciplina y el orden sean más rígidas, que el suéter sea
azul y no rojo, así eso implique para los padres una buena suma de dinero que a
lo mejor no tienen, etc.; es decir, sus preocupaciones fundamentales se centran
en cómo perfeccionar los mecanismos de opresión, de vigilancia y castigo9.
Hablar de una educación desde la “convivencia”, es hablar de romper en mil
pedazos las nociones de disciplina, orden, transmisión de conocimientos, etc.,
que se manejan en la escuela en la actualidad. Los datos nos hablan en la
escuela que tenemos, y no nos dicen otra cosa sino que el llamado “fracaso
escolar” se debe a que un altísimo porcentaje de las cosas que se dicen y se
hacen en la escuela nada tienen que ver con el "mundo-de-vida" de los
muchachos; entonces no es un problema de autoestima, no es un problema de
flojera, no se trata de las estrategias metodológicas usadas; es que
simplemente la escuela ha sido concebida y practicada desde los intereses y
necesidades del mundo-de-vida moderno y la gente que recibe esos saberes no
pertenece al mundo-de-vida moderno, pertenece al mundo-de-vida popular. Nadie
le ha preguntado nunca pueblo venezolano cuáles deberían ser las metas
educativas de su educación. Pero esta respuesta no la vamos a hallar desde los
grandes razonamientos, desde las grandes abstracciones universales y omniabarcantes;
estas respuestas por los fines de la educación del pueblo venezolano sólo irán
apareciendo desde la convivencia; desde el diálogo sin más; desde la relación
intrínseca al pueblo venezolano, que es un grupo humano concreto, no una idea.
Entonces,
ante estas dos posibilidades, la de unos fines educativos pensados desde el
mundo-de-vida moderno, y la de unos fines educativos producidos desde el
mundo-de-vida popular (todos por elaborarse en discurso, pero no por ello menos
vividos o menos reales, antes bien, quizás más reales que los primeros, que se
caracterizan por ser abstractos y universales) el docente no le queda sino
optar, la primera es una opción por la dominación, la segunda por este hombre
del pueblo venezolano.
Notas
1.- Constitución
Nacional de Venezuela (1961).
2.- Mires, F (1993), El Discurso de la Miseria o la Crisis de la
Sociología en América Latina. Caracas: Nueva Sociedad, p. 9
3.- Albornoz, H (1990).
Diccionario de Filosofía. Valencia: Vadell Hermanos, p. 198.
4.- Entendiendo aquí
por paradigma, no un modelo arquetípico, sino un sistema de creencias, no analizadas,
no criticadas, sobre las cuales se basa la investigación la concepción de mundo
de una comunidad científica o de un grupo históricamente situado; tal es el
planteamiento kuhniano de paradigma. Para un estudio más amplio de los
paradigmas de Kuhn ver: Kuhn T (1996), La
Estructura de Revoluciones Científicas. Colombia: Fondo de Cultura
Económica.
5.- Sarramona, J (1991).
Fundamentos de Educación, Barcelona: CEAC,
p. 307.
6.- Este, A (1994). El Aula Punitiva. Caracas: Tropykos, p.
11.
7.-
Para Moreno (1995) "(…) el mundo-de-vida se produce en la dimensión
cognoscitiva, en el campo epistemológico, como huella, una huella que marca los
únicos caminos por donde puede discurrir el conocimiento, el pensar y el
saber." En Heterotopía 1(1995), 14.
8.-
O.C., pp, 10,11.
9.-
"El ejercicio de la disciplina supone un dispositivo que coacciona por el
juego de la mirada; un aparato en el que las técnicas que permiten ver inducen
efectos de poder y donde, de rechazo, los medios de coerción hacen claramente
visibles aquellos sobre quienes se aplican". Foucault, M (1995). Vigilar y
Castigar. México: Siglo Veintiuno, p. 175.
REFERENCIAS
ü Albornoz, H (1990). Diccionario de
Filosofía. Valencia: Vadell Hermanos.
ü Constituci6n Nacional Vigente
(1961).
ü Esté, A (1994). El Aula Punitiva.
Caracas: Tropykos.
ü Foucault, M (1996). Vigilar y
Castigar. México: Siglo Veintiuno.
ü Ley Orgánica de Educación y su
Reglamento (1980).
ü Mires, F (1993). El Discurso de la
Miseria o la Crisis de la Sociología en América Latina, Caracas: Nueva Sociedad.
ü Moreno, A. “La Familia como
Horizonte Epistemológico” en Heterotopía 1(1995), 8-30.
ü Sarramona, J (1991). Fundamentos de
Educación. Barcelona: CEAC.
ü Peter,
R.S (1979) Filosofía de la Educación.
México: Fondo de Cultura Económica.
ü FULLAT
O (19833). Filosofías de la
Educación. Barcelona: CEAC.
Post scriptum:
este artículo
fue escrito en el segundo semestre de 1996 y publicado originalmente en la
revista venezolana “Heterotopía” 5
(1997) 49 – 57 (de aparición cuatrimestral).
A la fecha han pasado unos veintidós años y cabe la pregunta por la
vigencia de los hallazgos y planteamientos del trabajo en aquel momento. Grosso
modo se podría decir que el texto sostiene que, los fines de la educación
moderna, y por ende de la “escuela oficial venezolana”, estaban regidos por una
episteme individualista, racional y utilitaria. En estos veinte (20) años la
escuela oficial venezolana (desde la Inicial hasta los estudios de Cuarto
Nivel) han sufrido los embates de los “cambios” propiciados por el régimen
Chavista en el poder, la Constitución Nacional fue rehecha y por ende las leyes
y reglamentos referidos al asunto educativo; esos cambios, o derivas, han
cabalgado sobre las fallas de ese modelo escolar que se critica en el artículo
arriba presentado; el drama es que lejos de resolver, o darle respuestas a esos
dilemas y problemáticas que presentada la escuela venezolana hasta 1999 (fecha
de llegada de Hugo Chávez al poder), el chavismo y el madurismo, en su afán de
“demoler” todo aquello que consiguen por el camino, lejos de mejorar el
servicio educativo venezolano, el modelo pedagógico, no han hecho más que
profundizar, y agravar, los problemas que teníamos hace veinte (20) años. Así,
si bien es cierto que los “gobiernos” anteriores a Chávez no dejaron de
utilizar el sistema educativo como instrumento de poder, no es menos cierto que
la llamada “Revolución Bolivariana”, no solo siguió haciendo uso partidista, e
ideológico, de la educación sino que además cruzó cualquier límite imaginado e
incluso varios de sus ministros dijeron abiertamente que la educación era
“política”, en un sentido claramente ideologizante, al punto que todas las
barreras democráticas para salvaguardar el asunto educativo fueron destrozadas
por la llamada “Revolución Educativa Chavista”. Esto llevó al deterioro
progresivo de la Educación Venezolana, tanto en lo cualitativo como en lo
cuantitativo, al punto que hoy, los males sufridos por la educación en
Venezuela se ubican en todos los niveles: infraestructura, dotación, curriculum, deserción escolar nunca antes
vista (no solo de los estudiantes sino también, ahora, de los docentes, que
huyen de la profesión a otros oficios o que se van del país en busca de mejor
calidad de vida), crisis de la autoridad y desempeño docente; en fin, el
fracaso escolar hoy es más agudo y estructural. La llamada “Revolución
Bolivariana” optó por convertir, sin ningún tipo de disimulo, al sistema
escolar venezolano en vehículo ideologizador e instrumento para fines estrictamente
electorales. Así, la tesis del artículo de que la escuela ha sido un
instrumento de las élites para inyectar la ideología del poder no solo en
aplicable a la llamada “derecha” capitalista, sino también a la llamada
“izquierda” socialista que, una vez
llega al poder no quiere salir de él, tenga apoyo popular o no lo tenga. La
realidad sigue siendo la misma: la episteme de la modernidad, circula a través
de las consignas e ideología de la dominación y la episteme popular venezolana
sigue esperando su oportunidad de emerger, convertirse en discurso e iluminar
teorías pedagógicas y modelos educativos. Lo que el chavismo hizo con lo
popular, en Venezuela, en los últimos veinte años, fue usar al pueblo,
manipularlo y ponerlo al servicio de su proyecto totalizador. Así, esa “educación
popular venezolana”, que dialogue con la escuela moderna (y que la enseñe a dialogar),
que reconozca sus luces y valore sus sombras; y, que al mismo tiempo, sea capaz
de hacer un balance crítico de sus propios altibajos epistémicos y culturales,
está por hacer, por emerger. Los maestros y educadores son venezolanos, tiene
en sus “genes culturales” el diálogo y la convivencia latentes y vivientes,
pero han sido formados en la episteme moderna y se debaten en esa, llamémosla,
“esquizofrenia cultural”. Solo cuando se den estas condiciones de posibilidad,
la Escuela Venezolana podrá: fortalecer la cultura popular venezolana,
reconocer las virtudes de la modernidad e integrarlas (más en lo instrumental
que en lo ideológico o epistémico) y formar para la ciudadanía, la propia y la foránea.
Como se ve, más que un problema de “modelo” (que también lo es, aunque no en su
concepción esencialista de tradición platónica), el educativo, y el de sus
fines, es un problema epistémico.
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