Cine y Educación: Sean Connery, Perfil de Maestro
Sean Connery, perfil de maestro
Rolando J. Núñez
H.
rolandonunez70@hotmail.com
Aunque popularmente se
dice que el hábito no hace al monje, no deja de ser llamativo, especialmente
para aquellos que sienten cierta pasión por la docencia y por el cine, al mismo
tiempo, lo bien que ese otrora James Bond escocés, representa los papeles de
maestro que en los últimos años le ha tocado encarnar en la pantalla grande.
Así, en El Nombre de la Rosa (The Name of the Rose), inspirada en la
novela de Umberto Eco, Sean Connery es el maestro del novicio Adso de Melk; el
actor da vida al filósofo inglés Guillermo de Ockam, uno de los grandes
sepultureros del pensamiento medieval y precursor de la filosofía moderna. La
película nos pinta a un maestro que en vez de dar lecciones hace preguntas y
plantea dilemas a su discípulo, al estilo socrático. Willian, como se llama el
personaje en la cinta, ante un novicio que ha faltado a su voto de castidad se
presenta como un amigo, no como inquisidor. Es, además, un maestro que ama
tanto los libros, que es capaz de morir quemado dentro de la gran biblioteca de
la abadía, con tal de salvar unos pocos tomos de las llamas.
En
El curandero de la selva, nuevamente
nuestro actor aparece como el científico que ha traspasado la frontera
cultural, y quizá hasta epistémica, e inicia a la joven investigadora, recién
llegada de la llamada "civilización", en el conocimiento de ese otro
mundo; también aquí tenemos a un maestro iconoclasta e irreverente, que rompe
con los moldes clásicos del trabajo investigativo.
Sin
olvidar al padre de Indiana Jones,
profesor de antropología, y al ladrón de joyas de La emboscada, todo un erudito en su ramo, Sean Connery nos vuelve a
sorprender con Descubriendo a Forrester,
donde un brillante escritor, abandona su vida de ermitaño, para mostrarle a un
brillante joven del Bronx neoyorkino el camino a seguir para que pueda
desarrollar sus potencialidades literarias.
En
todas estas personificaciones podemos identificar algunas constantes. Primero, no
nos conseguimos un maestro complaciente ni paternalista; por lo general es un
preceptor exigente, aunque no incomprensivo. No se apega a un método, es más, pareciese
que no ofrece sino el beneficio de la experiencia y eso es lo que pone a
disposición del iniciado. Es, además, un maestro humano, no un
"sabelotodo" sin sentimientos.
Es
posible que todos, o la gran mayoría de los que hemos transitado por un aula de
clase, nos hayamos topado en algún momento de nuestras vidas con un docente de
rasgos parecidos a este que acabamos describir. A lo mejor insoportable, al
principio, recalcitrante, tal vez, con esa mirada profunda y lejana de quien
todo lo ha vivido; pero definitivamente significativo en ese reto de todos en trazamos
caminos propios y sin hollar. ¿No harán falta muchos William de Baskerville (El Nombre de la Rosa) o muchos William Forrester
(Descubriendo a Forrester; Finding
Forrester,por su título en inglés) en nuestra escuela venezolana para que
empecemos a deslastrarnos de tantos ritos vacíos y conocimientos inútiles, de
tanto academicismo acartonado, tan bien representado por el profesor Crawford,
en la última película mencionada? Sólo cuando los docentes nos convenzamos de
que nuestra tarea es caminar junto a los que inician la marcha de la vida y del
conocimiento del mundo, sólo entonces la educación tendrá un papel
significativo en la vida de los pueblos.
El Docente que va de la mano con lo erudito y lo humano. El docente que cada día despierta en la experiencia y el conocimiento. El docente que va caminando para ser innovador sin olvidar la esencia del ser y del saber. Ese que ha despertado y quiere ser luz para que otros brillen en su despertar.
ResponderBorrarAsí es, la figura de un maestro que no lo sabe todo sino más bien que comparte con sus discípulos, con quien le oye, su sed de conocimiento y de respuestas.
BorrarGracias por leer, Mónica
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