¿Qué es la Epistemología?

¿Qué es la Epistemología?

Rolando J. Núñez H.
@Sisifodichoso


“Hay muchas cosas que no quiero saber,
La sabiduría marca límites hasta al conocimiento” (Friedrich Nietzsche).


La realidad nunca es superficial, es compleja; el paisaje que forma nuestra realidad no es en blanco y negro, es multicolor. Sería sumamente aburrida nuestra vida si las cosas tuvieran una sola explicación, una demostración simplista. Así, hay facetas de nuestra existencia que no vemos pero que están allí, que no tocamos pero que nos hacen ser lo que somos, lo que pensamos, lo que odiamos y lo que amamos.
          
  Uno de esos aspectos de nuestra realidad que no podemos tocar con las manos, pero que no por eso dejan de existir, es precisamente la epistemología (también conocida como gnoseología o teoría del conocimiento; dicho en breve, las tres nociones nos llevan al mismo sitio y vienen a significar lo mismo). La epistemología es, en nuestra vida, como las bases, o fundamentos de una casa o de un edificio. Normalmente vemos las paredes, las puertas, las ventanas y el techo; y podemos llegar a creer que en la casa (en la que vivimos o la del vecino) lo único que existe son esas cosas que vemos y que hemos mencionado antes. Sin embargo, si la casa (o el edificio) no tuviera “bases”, o “fundamentos”, la edificación se caería, se vendría abajo muy pronto. Esas bases o fundamentos, aunque no se ven, porque están bajo tierra, son las que sostienen y dan solidez a esa casa en la que nos sentimos tan seguros. Lo mismo puede ocurrir con las plantas y los arboles; de ellos solo vemos su tallo, sus ramas y sus flores, y pudiéramos pensar que eso es lo único que existe del árbol; no obstante, si el árbol no tuviera raíces, o estas se llegaran a secar, la planta (por muy grande que fuera) se vendría abajo, se secaría y moriría. Así es la epistemología, no se ve, no se puede tocar, pero es lo que le da “fundamento”, le da basamento a nuestra forma de conocer el mundo, a aquello que aprendemos, que sabemos. Por eso es importante profundizar en esas bases, en esas raíces, para ver si se sostienen o están mal hechas y, nuestro conocimiento, nuestro saber, corren peligro.
            “Epistemología” es una definición  compuesta por dos raíces griegas: “episteme”, que significa conocimiento, saber o ciencia, y “logos”, que es estudio, tratado, razón; de modo que la epistemología es el estudio reflexivo sobre cómo conocen las personas.
            La epistemología se plantea las siguientes preguntas: ¿cuál es el origen del conocimiento humano? ¿Cuáles son los límites (hasta dónde puede llegar) de ese conocimiento y cuáles sus posibilidades (es decir, cuál es su alcance)? Se pregunta también cuál es su estructura, cómo se organiza.
            Para algunos el conocimiento es innato, nace con nosotros, a estos los llamamos idealistas o racionalistas. Autores como Platón sostenían que conocer no es sino recordar algo que ya teníamos dentro de nuestra mente. Según él, esto explica el que el bebé recién nacido sepa como mamar de los senos de su madre sin que nadie le haya enseñado; para otros el conocimiento tiene su origen en la experiencia, a estos los llamamos “empiristas”, entre estos estaba Aristóteles, que decía: “Nada hay en el intelecto que antes no haya pasado por los sentidos”. Esto explicaría, para esta corriente de pensamiento, porque el niño mete la mano en el fuego y solo así aprende que la llama le puede quemar, de modo que, la mente humana es, para estos autores, una pizarra en blanco que se va llenando en la medida que vamos teniendo experiencias. Hay un tercer grupo de autores que piensan que nuestro conocimiento es la síntesis de algunas ideas innatas, que nacen con nosotros y otras ideas que son producto de la experiencia; a este tercer grupo de autores, que así piensa, los llamamos “criticistas”; entre ellos se encuentra Inmanuel Kant, que proponía: “La experiencia sin la razón es ciega, pero la razón sin la experiencia se mueve en el vacío”. La “epistemología genética”, de Piaget, está íntimamente relacionada con este planteamiento criticista kantiano, pues el ginebrino habla de la cognición como un proceso de acomodación y asimilación.


            Habría que agregar además que nuestro conocimiento viene de tres fuentes: a) las creencias, que proceden de lo que nos han enseñado nuestros padres, nuestro entorno y hasta nuestros maestros. No tenemos prueba empíricas, sabemos esas cosas porque tenemos fe en lo que nos han dicho otros: ese saber puede llegar a constituir un 90% de los que creemos conocer. Hay también un conocimiento que es más experimental, son experiencias que hemos vivido, eso, a lo sumo llegara a ser un 9% del conocimiento que tenemos. Y después está el conocimiento estrictamente racional, aquel en el que meditamos, nos cuestionamos y hurgamos en el trasfondo de las cosas que nos ocurren, que es lo que menos hacemos y pudiera llegar a ser ese 1% restante.
            En cuanto a los límites del conocimiento humano, la epistemología se pasea por aquellos espacios a los cuales la mente de una persona no es capaz de llegar. Hay ciertas condiciones objetivas, concretas, que no nos dejan avanzar en el conocimiento del mundo que nos rodea, o que está un poco más allá. Los prejuicios, por ejemplo. Si yo me amarro a mis creencias y no soy capaz de hacerme preguntas, de que otros me las hagan, me estoy cerrando a la posibilidad de conocer más. Si me hablan en chino, por ejemplo, y yo no sé hablar chino, no podré comprender lo que el otro me dice. El no contar con ciertos aparatos, o ciertos instrumentos, también pone límites a mi capacidad de conocer, de saber. Así mismo, la “teoría del conocimiento” me dice que las posibilidades de conocer que tenemos son infinitas, siempre y cuando el sujeto esté abierto a esas posibilidades, siempre y cuando la persona esté dispuesta a escuchar, a dialogar, a empatizar, es decir, a ponerse en el lugar del otro. En este sentido apunta la actual hermenéutica, en interpretar, en comprender el texto en su contexto.


          
  Por último, la manera tradicional de estructurar el conocimiento fue, y en muchos casos sigue siendo, en base a un “sujeto” que conoce, y un “objeto” que es “conocido”. Esta forma clásica tiende a ser superada por las tendencias más contemporáneas, y renovadoras, de la teoría del conocimiento, que entienden los procesos de conocimiento, y de aprendizaje, como un diálogo, como un encuentro horizontal y simétrico con los otros, la relación es pues sujeto – sujeto, y no sujeto – objeto, como decía la gnoseología positivista comteana.

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