Milan Kundera: La Tensión Entre lo Leve y lo Pesado
La Tensión Entre lo Leve y lo Pesado
Rolando Javier
Núñez H.
“La
contradicción entre peso y levedad
es
la más misteriosa y equivoca de todas las contradicciones”
(Milán Kundera).

A nuestro modo de ver, en la novela de Kundera hay mucho
de lo planteado arriba, y mucho más. Aunque la crítica especializada ha
rotulado, nos parece que con bastante acierto, a La Insoportable Levedad del Ser como una “novela filosófica”,
creemos que el texto tiene mucho de esto pero va mucho más allá. La primera, y
sostenida, impresión, a lo largo de la lectura, es que es una novela muy
sensual, y lo es, a los ojos este diletante lector, en el sentido más sublime y
griego del término. Es decir, es una narración que juega con lo erótico pero
que juega con la intervención de todos los sentidos e incluso con la necesidad
de lo racional, de la información, del conocimiento. La novela, además de estar
cruzada de referencias y exquisita disputa con pensadores y manifestaciones de
la cultura europea, nos exige, o nos permite (es difícil precisar) echar mano
del gusto, del tacto, del oído, del olfato y de la vista. Lo mismo nos lleva a
una pieza de Beethoven que nos pasea por la crítica al kitsch; va de las
relaciones amoroso/amatorias de los protagonistas al desmontaje de la ideología
socialista que asoló a Europa del Este durante tantas y dolorosas décadas; todo
esto sin hacerle demasiadas concesiones al occidente capitalista que en una
concepción maniquea y simplista pudiera presentarse como alternativa al totalitarismo
ruso – comunista.
De una forma sencilla, y al mismo tiempo densa, Kundera
va hilando la hermosa y, al mismo tiempo ruda, complejidad que perfila al
espíritu humano, en su levedad y en su densidad.
El escritor pareciera estar diciéndonos: la realidad, y
el sujeto, no es de ninguna manera simple, elemental, es una trama, es una
totalidad: es afectos, es social, es individualidad y es encuentro con los
otros; el hombre es política, es romance, es bondad pero también maldad, es
banalidad pero también trascendencia, permanencia; somos ética y somos
estética, pero también somos trascendencia, pareciera estarnos machacando con
Kierkegaard.
Es pues, una novela que nos hace pensar, meditar, dubitar
pero también nos hace sentir, añorar, evocar nuestros propios amores y
desamores, nuestras sombras y desengaños, nuestras ilusiones, en fin, nuestros
altibajos.
La relevancia de destacar este carácter de la obra
estriba en que, normalmente, los debates, y los debatientes, tienden a ubicarse
en los extremos: los postmodernos rompen lanzas en pos del “pensamiento débil”
y el “todo vale” ético e intelectual, mientras que los modernos tienden a
atrincherarse en las bondades de la diosa razón y de la tirana ciencia; esto
sin olvidar que los culturalistas y “liberacionistas” apuestan por la pureza de
las culturas originarias y periféricas para renegar todo lo que sea occidental
y foráneo. Lo que Kundera deja caer es que lo que precisamente nos constituye,
nos hace, es ese ir y venir de lo leve a lo que permanece, de lo sólido y
compacto a lo volátil y efímero, y aunque al inicio va a los presocráticos para
apuntalar con la crítica a Parménides, es probablemente Heráclito quien
realmente esté como pivote de la trama literaria que arma a través de su libro,
en el sentido que dice el sabio de Éfeso de acuña el Panta Rei, es decir, “todo
pasa, todo permanece”, pues somos en parte igual y en parte distintos a lo que
éramos ayer; somos ese fuego que “es y no es”, que tiende a extinguirse pero
nunca lo hace. Somos leves, somos permanentes.
Excelente, una invitación a la obra par a quien no la conozca, una llamada a la relectura para el que sí.
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