Cine y Filosofía: El Último Maestro del Aire
Los Presocráticos y La Tradición Oriental - Occidental
en El último maestro del aire
Rolando J. Núñez H.
rolandonunez70@hotmail.com
Una vez más el cine nos permite
volver al pensamiento filosófico de la antigüedad clásica griega. Esto
partiendo de la premisa de que por muy “ligera” que sea la película ésta
siempre nos reserva entre sus pliegues aristas filosóficas insospechadas. Lo que
en su primera presentación no es sino un divertimento para niños, y gente
des-preocupada de la vida, se nos revela luego como una caja de pandora que
esconde alusiones y referencias a aquellas grandes preocupaciones que siete
siglos antes de Cristo ocuparon a los así llamados filósofos presocráticos y,
unos siglos después, al mismísimo Platón, considerado padre del idealismo
occidental.
El
último maestro del aire (2010) se
basa en libros, y la que amenaza ser la primera entrega de una saga es la
historia del “libro de agua”. Dos jóvenes hermanos vagabundean en medio de un
paisaje helado y allí se topan con el “avatar”; esto desata la aventura y los
peligros que los llevaran a enfrentarse al reino del fuego, que pretende
someter a los demás pueblos y erigirse en el único gobernarte; ya de por sí una
alusión directa y precisa a la manera como se dirimían los predominios
políticos y territoriales en el mundo antiguo, e incluso en el feudo cristiano
y buena parte del moderno.
El avatar, que en la religión hindú
es la reencarnación de alguna deidad, en especial del dios Visnú, en la
película es un niño que tiene que enfrentar su destino para poder dominar los
cuatro elementos que, por separado, son posesión de cuatro pueblos distintos:
fuego, aire, agua y tierra. El avatar es pues, en esta historia, el ente
espiritual que unifica y hermana a estas tribus que dispersas sufren los
embates de la guerra y el caos.
Si tenemos en cuenta que la
filosofía nace con los presocráticos (también llamados fisiólogos, naturalistas
e incluso “ingenuos”, por Aristóteles) en las colonias griegas de Asia Menor,
en la región jónica, podemos comprender que los vínculos entre el oriente y el
occidente en el nacimiento del pensamiento logocéntrico occidental son
estrechos.
Maestros del agua, fuego, tierra y
aire conseguimos en la película y maestros del saber hallamos en el amanecer
del pensamiento occidental. La gran pregunta de estos sabios fue por el arjé,
es decir, por el origen del cosmos; cuál era el principio, que los pensadores
posteriores llamarán metafísico. Así, Tales, considerado el padre de la
filosofía, dirá que ese origen es el “agua”. De lo poco que conocemos de Tales
sabemos que vivió y estudió en Egipto, civilización que, como tenemos noticias,
giró en torno al río Nilo. Pero además Tales nació y vivió en Mileto, ciudad
costera que recibía del mar la fuente de su economía, de su vida social y de su
acontecer político. La intuición científico – filosófica de Tales se fundamenta
en la certeza de que todo está compuesto de agua (líquida, sólida, vaporizada,
etc.), por lo que para él era el agua el principio generador. En la película la
trama obviamente no circula por caminos filosófico – racionales pero sí en
torno al elemento agua como fuerza de defensa de uno de los pueblos. La
película muestra el mito en torno al agua, del que tampoco prescinde la
filosofía, independientemente de la lectura que ha pretendido hacer la
modernidad y especialmente el positivismo.
Un discípulo de Tales, Anaxímenes, también
natural de Mileto, romperá con la doctrina hídrica de su maestro para sostener
que el principio es el “neuma”, el aire. Para él todo tiene un poco de aire, de
hecho, si no respiramos ese aire, ese neuma, pues sencillamente morimos.
Después, nos topamos con el “fuego”, que en la historia proyectada es el
elemento del pueblo que quiere hacerse con el monopolio del poder. De los
presocráticos es Heráclito quien asegura que es el fuego el arjé, un principio
no propiamente material, aunque no carezca de materia, que nos expresa el ser y
el no ser. El fuego purifica, transforma y, de alguna manera, supondrá el poder
de la razón, que poco a poco irá imponiéndose al mito, aunque nunca totalmente.
En la ficción cinematográfica
comentada la “tribu tierra” es la que ha sido reducida a la esclavitud, pero
luego es liberada por el paso del avatar y sus dos aliados de la “tribu del
agua”. Empédocles, otro de los presocráticos más destacados, postulará una
teoría pluralista, pues para este sabio, - filósofo, religioso y científico -,
la naturaleza es la mezcla de los cuatro elementos: agua, aire, fuego y tierra.
La visión deformada que nos ha
llegado de la filosofía presocrática es que ésta se echa desprevenida a los
brazos de la diosa razón renegando inmisericorde de la religión, de la
tradición, de las creencias. La lectura sesgada e ideologizada del marxismo
(otro sucedáneo de la modernidad) llegará a pontificar asegurando que toda la
filosofía presocrática es materialista, el colmo del reduccionismo y la
simplificación. No es para nada así: la filosofía presocrática es una rica y
compleja trama de religión, ciencia, política, estética y obviamente filosofía.
Buena parte de esa rica amalgama la recibe la
filosofía jónica de las influencias que recibe de oriente, y es en oriente en
donde en buena medida se contextualiza El
último maestro del aire. Así la película se nutre ampliamente de las
doctrinas religiosas de la reencarnación, que vienen del budismo, etc. También
los filósofos presocráticos, en su cosmovisión religiosa órfica, incluyeron la
fe en la existencia de muchas vidas que van perfeccionado el alma; así, sabios
como Empédocles y Pitágoras predicaron la reencarnación y el ascenso espiritual
a través de ejercicios ascéticos. No serán los únicos pues posteriormente
Platón en su “teoría de las ideas” hablará de la “transmigración de las almas”
para juntar ontología, epistemología y teología al afirmar que el alma cuando
conoce, reflexiona y vive “justamente” no hace sino “recordar” , por una parte,
y preparar, en ese proceso dialéctico, su encuentro con el Logos, con el sumo
bien. Si bien es cierto que la película se mueve fundamentalmente en el ámbito
de las narraciones fantásticas no es menos cierto que nunca deja de lado el
aspecto meditativo, espiritual. Aquí los héroes son los que hacen la guerra y
usan para ello las destrezas que le da el espíritu; allá los héroes son los
titanes del pensamiento que se atreven a proponer nuevas visiones de la polis
griega, unos para sostener la tradición y otros para tratar de comprender los
cambios que se vienen dando. Así, ideas tales como elegidos, ungidos, mesías,
vidas reencarnadas, meditación, nupcias entre razón y mito, etc., hermanan a
mundos tan aparentemente distintos en una sola vivencia. Nuestras raíces
parecen estar en los puntos de coincidencia de culturas como la india, china,
griega e incluso judeo – cristiana.
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