Cine y Educación: Los Grandes Debates
Los Grandes Debates de la Educación Venezolana
Rolando J. Núñez H.
@Sisifodichoso
@Sisifodichoso
“Todos
desean saber pero nadie quiere pagar el precio”.
(Juvenal).
The Great Debaters, “Los Grandes Debates” en
español, es una película dirigida y
protagonizada por Denzel Washington, que se estrenó en diciembre de 2007 en los
Estados Unidos. Está basada en la historia del profesor Melvin B. Tolson que,
en 1935, fundó el primer grupo de debate estudiantil en el Wiley College Texas,
una institución para afroamericanos. El drama inicia retornando a aquel rebelde
y romántico profesor de la “Sociedad de los poetas muertos” que se sube al
escritorio para, desde ahí, dirigirle a sus discípulos una invitación a
“pensar”, a sacudir sus “creencias fundamentales” y sus dogmas. El equipo está
integrado por cuatro sobresalientes
estudiantes que han sido seleccionados de un grupo de 45; los cuatro son
entrenados por un exigente y dinámico Tolson que los foguea en el arte de la
lógica, de la oratoria, de la dialéctica y de las ideas. Esa gimnasia intelectual
los lleva a imponerse a todos los grupos de debate de su estado e incluso al
equipo de la Universidad
de Harvard, quien le invita, por primera vez en trescientos años, a competir en
su campus de Cambridge.
El film está ambientado en una sociedad norteamericana
signada por la segregación racial. En la década de los 30’ , la raza negra recién
empezaba a hacer valer sus derechos civiles y ciudadanos, pero la “norma” era
que aún los negros eran pisoteados y vulnerados en sus derechos más
fundamentales; faltaban aún unos 20 años para que Rosa Parks desencadenara toda
una conmoción social al desobedecer aquella orden de ceder su puesto en el
autobús a un blanco por ser ella de raza negra. Los pupilos de Tolson debaten
así sobre temas relacionados con los derechos humanos, la desobediencia civil y
la moralidad de las leyes. Si algo nos impacta de esta obra cinematográfica es
que lo académico, lo estudios y lo intelectual nunca se aparta de la realidad y
de los problemas que viven tanto el maestro, Tolson, como sus discípulos.
Esta excelente película nos mueve a volver nuestra
mirada sobre nuestro acontecer educativo venezolano actual. Vale la pena
preguntarse ¿Cuáles son los grandes debates que la educación venezolana debe
propiciar hoy? Observando los estudiantes del drama norteamericano uno no puede
dejar de pensar en los estudiantes venezolanos, en todos ellos pero
especialmente los universitarios, y más particularmente los estudiantes
universitarios de nuestros pedagógicos. En las aulas es frecuente encontrar
estudiantes que le tienen fobia a la lectura; jóvenes a los que le parece una
ofensa el que se le mande a leer un periódico o se le invite a contextualizar
el tema, o la materia de estudio, en la situación sociopolítica venezolana
actual. No es raro oír intervenciones totalmente carentes de sustento teórico y
aún fáctico y después exigir, como punto de honor, el respeto a esos
despropósitos porque “esa es mi opinión, profesor”, convirtiéndose así las
clases y los cursos en simples sesiones de “opinatica”, de donde se sale tan
ignaro como se entró. Todos los estudios e investigaciones serios, o más o
menos serios, nos dicen que a nuestras universidades llegan muchachos con
grandes vacíos, el problema se complica cuando esa situación se mantiene y se
fortalece en las aulas universitarias; son muchos los estudiantes que no
manejan conocimientos básicos y así mismo son muchos los que tampoco quieren
saber; resultado de esto: usted se conseguirá con un montón de estudiantes
universitarios que son incapaces de distinguir un artículo de opinión de una
noticia, por ejemplo, aún en el caso de que se los haya explicado como si de un
complejísimo problema de teoría cuántica o de alta metafísica se tratara.
A esto se une el tema de cuánto valora nuestro
estudiante de hoy el estudio serio y comprometido de aquello en lo que se está
preparando. Es como de una obra de Realismo Mágico pensar que un grupo de
estudiantes universitarios que ha tenido asignado, desde principios de semestre,
una evaluación se presente el día de la entrega del trabajo a decirle al
profesor que no han hecho nada y le argumenten además mil excusas para
justificar su falla. Este síntoma de grave deterioro social y cultural
necesariamente tiene que alertarnos puesto que esta generación que así se conduce
será luego la que dirija y gestione el país. ¿No nos dice esto algo de porqué
funcionan nuestras instituciones y nuestra sociedad como lo hacen? ¿No es esto
una señal de porqué la corrupción e ineficiencia nos hostigan hasta para sacar
una cédula? Trate usted de solicitar una constancia, un certificado de un curso
hecho, etc., y comprobará que, a menos que sea del grupito cercano a quien
entrega o diligencia el documento, el que trate de acceder a lo que legalmente
le corresponde se convertirá en un verdadero vía crucis. ¿No será esto llamados
de atención fuertes para revisar el producto de nuestra educación? ¿No son
estos nuestros urgentes y grandes debates? ¿No exacerban las “novedosísimas”
políticas educativas del gobierno bolivariano estas problemáticas?
Cuando el ministro de educación superior dice que
la prueba de admisión para ingresar a las universidades es un mecanismo de
exclusión, ¿no está acaso favoreciendo ese clima de dejadez, de desinterés y
facilismo que tanto daño ha hecho ya y que cada día hace más y más metástasis
en un organismo social ya bastante enfermo? Pareciera entonces que es hora de
comenzar a debatir sobre nuestros grandes males y nuestras grandes fallas, de
otra manera, como sociedad y como sujetos, estaríamos en una posición nada
envidiable.
El texto fue publicado en el diario El Periodiquito de Maracay, el 15 de febrero de 2008, p. 4, Sección: Opinión
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