ANA KARENINA O LAS VELEIDADES DE LA REVOLUCIÓN
ANA KARENINA O LAS VELEIDADES DE LA REVOLUCIÓN
Rolando J. Núñez H.
La “Anna
Karenina” (2012) que Joe Wright recrea es una quisquillosa aristócrata que lo
deja todo por seguir sus impulsos y eso que ella, en un momento de
efervescencia carnal y emotiva, define, cual revelación, como amor. La película
logra, a través de una estupenda estética, que conjuga teatro y cine, plasmar
las preocupaciones existenciales de la obra original.
Este drama, que ha sido visto por los críticos como
una alegoría de la sociedad y viejo
régimen aristocrático, revela, algunos pliegues que nos convocan a una “crítica
a la crítica”.
Ciertamente que el statu quo de
finales del siglo XIX exigía un “cambio”, pues la “noble clase dirigente” se
había ido corrompiendo y olvidando de aquello valores que le definían: la
lealtad, la justicia y el respeto a los pactos y a las personas. Anna viaja, de
San Petersburgo a Moscú, para mediar entre su hermano, adultero y libertino, y
su cuñada, abnegada y sufrida. En el ínterin conoce a Vronski, joven oficial
que atrae toda la atención de Anna, olvidando a su honrado esposo, Alexei. La
trama nos hace ver una alta sociedad puritana, prejuiciosa y ociosa que trata a
la gran mayoría de la población, sus empleados y sirvientes, como esclavos. De
aquí que fácilmente tendamos a identificarnos con la irreverente y agraciada
Anna Karenina, que le planta cara a este régimen injusto y caduco.
En paralelo, tenemos a Kostantín,
noble de espíritu ascético y caritativo que se retira a su propiedad en el
campo, después de haber sido rechazado por su pretendida Kitty. Pareciera que
este, al final del día, tendrá una postura ética mucho más coherente y
humanista que la revolucionaria Anna.
Comentarios
Publicar un comentario